Jesús, el paralítico y la fe de sus amigos. P. Aldo Ranieri. (19 /02/2012) Durísima la diatriba entre Dios y su pueblo. El Señor les dice que eran unos amargos, porque acudían al templo no por agradecimiento hacia él, sino por obligación. Su pasado de liberación de la esclavitud, de comunión en el desierto con el Señor no les decía más nada. Se le había ido el entusiasmo del noviazgo con su Dios, y ahora eran libres y se sentían seguros más por su sagacidad diplomática que por la confianza en Dios. Como un rayo, les cayó encima la desgracia. Babilonia, capital de un imperio sin escrúpulos, había hecho de Jerusalén y del templo un montón de ruinas (540 aC.). Le echaron la culpa a Dios, porque no los había defendido, como había hecho contra el faraón. Los enfrentó el profeta Isaías y les echó en cara su indiferencia: habían llegado a pensar que Dios estaba a su disposición: “me has convertido en siervo”. Dios es misericordioso, pero las reglas las pone él. El evangelio nos hab...
Cada uno tiene el camino trazado por Él Señor y en ese camino está el contenido que ha puesto el Señor. Estos son los designios de Dios, que nadie puede quebrantar, porque nada puede contra Él. Aquel que huele el perfume de mis rosas, Conmigo camina. Gloria al Señor.