Todos
los días 25 de cada mes en San Nicolás,
se convoco a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país,
felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones,
fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que
nos disponemos a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos,
peregrinos en general y misioneros en particular.
La
mejor Penitencia siempre será aquella que pone el dedo en la llaga de nosotros
mismos no para hacerla doler sino para curarla. Hay caminos de Penitencia y uno
de ellos es la fidelidad al Señor en aquello que se nos ha encomendado como
deber de estado: hacer las cosas de cada día lo más perfectamente posible por
amor al Señor. Ser cotidianamente fieles es excelente vía de Penitencia que nos
alianza en Conversión. Otro es la mortificación voluntaria, en orden a la
vigilancia del corazón y los sentidos que lleva al dominio del hombre nuevo
sobre el hombre viejo. La concupiscencia tiende a abarcar toda nuestra vida y
ahogarla, entonces luchar para superarla haciendo crecer en nosotros la virtud.
Otro la cruz que aparece en nuestra vida y no es fácil de llevar, asumirla como
parte de la Cruz
de Cristo en humilde actitud penitencial, porque con la Cruz el Señor nos ata a Él y
nos desata de nosotros. El prójimo
también es camino de Penitencia en la relación con nuestros hermanos, la Caridad es frecuentemente
herida, agredida y exige de nosotros estar siempre con el corazón abierto para
el perdón y el Amor. Todos los días, tenemos que estar purificándonos porque el
Señor nos pide a nosotros, que llevamos el misterio de la Palabra a los hermanos,
que seamos fieles, en actitud penitente. Dios con pedagogía muy especial nos
invita a caminar pero no por el camino fácil sino que nos lleva de la mano por
el camino de espinas. Sobre todo si nos ocupamos de Él por su parte Él se
ocupara de nosotros de manera que a causa de nuestros limites y miserias no
caigamos fácilmente en vanidad con lo que hacemos. La Virgen que vivió
intensamente el misterio de su Inmaculada Concepción, nos invita a purificar
nuestra alma por el camino de: Oración, Conversión, Penitencia, Reparación y
Expiación, para vivir más profundamente la Consagración a su
Sagrado Corazón. Tenemos que descubrir los caminos y poner los medios para se
produzca la gracia de estar en Oración continua
porque ella esta en todos los demás.
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