Cuando
Jesús fue a misionar: Pbro. Aderico Dolzani
Después que Juan fue arrestado por Herodes con el
fin de hacerlo callar, Jesús comenzó a misionar en Galilea. Con el Bautista en
la cárcel, la voz de la justicia no se escuchaba más, y el desierto volvía a
ser un lugar sin vida, sin gente y sin palabras. También Jerusalén y toda la
región quedaban nuevamente mudas y sin profecía. Jesús no se resignaba al
silencio impuesto por Herodes, ni quería que esa gente, que había visto, penitente
y llena de esperanza, haciendo fila en el río Jordán para ser bautizada, cayera
en manos de dirigentes ritualistas o en el yugo de la violencia que nace de una
vida vacía y del silencio impuesto por los tiranos. Así fue como la pagana
Galilea pasó a ser la tierra simbólica donde se emprendía toda misión. En las
playas del lago de Tiberíades, el mar de Galilea, Jesús llamó a Simón y a
Andrés, ocupados en su tarea cotidiana de pescar; y a otros dos hermanos, Juan
y Santiago. Les hizo una propuesta muy simple: "Síganme, los haré
pescadores de hombres". Así es como Jesús les propuso, tal vez, en el
único lenguaje que podían entender, una nueva misión. Los tiempos ya no serían
los de la pesca, ni el horizonte el del lago, sino que los tiempos sería la
necesidad de los hombres de ser salvados.
El mensaje de la liturgia: Vivimos una sola vez: Y hay que disfrutar todo lo que se pueda. Así
piensa mucha gente, y se encandila con los fuegos artificiales que ofrece la
actual civilización. ¡Cuántos deslumbrados por los bienes y placeres de este
mundo quedan ciegos para los principales valores de la vida! La apariencia de
este mundo es pasajera, recuerda San Pablo. Con sus ejemplos no pretende
condenar ninguna realidad terrena. Si, advertimos que es poco sensato “bailar
en la camisa” de la vida, persiguiendo lo pasajero. Todo lo que Dios creó es
bueno. Pero sólo Dios y su reino son absolutos; el resto es accesorio y
relativo. Vivimos una sola vez… Por eso la Palabra de Dios nos recuerda que el
tiempo se ha cumplido (= que no hay tiempo que perder). Se nos apremia a tomar
decisiones sabias, a prescindir del “equipaje” que pueda estorbar nuestra
marcha hacia la vida definitiva. La “fórmula” de Jesús es precisa: Convertirse
y creer en la Buena Noticia. En otras palabras: Dejar el camino equivocado y
vivir de acuerdo al Evangelio, un esfuerzo de cada momento y de toda la vida.
Señor, tu eres bondadoso, tu compasión y tu amor son eternos; muéstrame tus
caminos, enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador.
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