Todos los días 25 de cada mes en San Nicolás, se convoco a un grupo voluntario de
Misioneros de diversos lugares del país, felizmente, por iniciativa de los
propios laicos presentes en las reuniones, fueron grabadas las charlas que se
dieron. Hoy contamos con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a modo
de entregas semanales para todos, peregrinos en general y misioneros en
particular.
MARIA EN LA SANTISIMA TRINIDAD Pbro. Carlos A. Pérez
Lc. 1, 28 30, 35.
La Virgen nos llama
a identificarnos fuertemente con el Padre desde una conversión continua que nos
haga gustar el germen de la santidad y a la vez ser su signo ante los demás con
el amor, la caridad, y la común-unión entre nosotros. Para ratificar y
fortalecer nuestra inserción trinitaria en unión con Jesús, nos invita a
volcarnos fuerte y vivamente en la Eucaristía, supremo modo de su permanencia
entre nosotros. Para ello será fundamental participar en la Santa Misa, visitar
y adorar al Santísimo en el Sagrario; noches de oración y todo lo que sea en
orden a centrar nuestra vida en Jesús Sacramentado, donde esta presente para
ser nuestro alimento y el interlocutor de cada instante. Lo que no arreglamos
junto al Sagrario no tiene arreglo. Ahí se dan respuestas muy especiales porque
el Señor esta para que lo busquemos, adoremos y dialoguemos con Él. La oración
eucarística tiene un poder muy grande en todo ámbito por eso tenemos que hacer
experiencia continuada de adoración al Santísimo. Nuestra incorporación a
Cristo debe ser esencial y plena en la vida de la Iglesia, estamos convocados a
desplegar una actividad misionera que nos integre efectiva y afectivamente en
ella, como un llamado personal que contagie el gozo profundo del jubileo para
que los que están vacíos se llenen de él. Estaríamos ante un Gran Adviento para
preparar el Reino con profunda e intensa oración, conversión creciente y
búsqueda de virtudes cristianas. Es un año para rehabilitar nuestro “sí” a
Dios. Cristo quiere transformar nuestra vida en la suya como lo hizo en María
que permitió que se insertara en su corazón, en su vida y en su seno. Y así,
como Ella, también lo entreguemos en todo lo que significa la caridad en sus
múltiples manifestaciones. Es necesario vivir fuertemente la Reconciliación y
la Eucaristía que siempre han marcado en nuestra vida puntos importantísimos de
encuentro con Dios. En la Consagración a María tenemos el gran camino de
pequeñez interior, abandono y confianza que nos permitirá vivir este misterio
de santificación y asimilación a Jesucristo. Acá en San Nicolás Jesús dice:
“Días gloriosos os esperan”. Todo va indicando que los fuertes dolores de este
momento y los que vendrán son purificadores y redentores, porque el Señor que
esta actuando siempre cristificandonos sigue redimiendo en nosotros; no hay
tribulación que escape al designio divino. Por eso, aun en las mayores
adversidades tenemos que sustentarnos en la Esperanza y certeza del triunfo del
Señor que ya es nuestro, para que ninguna desventura nos someta a las garras
del desanimo, acobardamiento o pusilanimidad. La fe y la Esperanza han de serlo
habitual porque Cristo victorioso nos esta sosteniendo en todo momento con su
gracia redentora. Murió y resucito para nosotros, no estamos solos, no estamos
sin timón Jesús esta conduciendo nuestra historia. Adviento, Año Jubilar,
Conversión, Oración continua, Santidad, Esperanza y Acción Misionera es lo que
tenemos que desarrollar y seguir fortaleciendo. Cuando nos ponemos a trabajar
en la Obra de Dios o de la Virgen, Ellos comienzan a trabajar en nosotros, a
rasquetear nuestras vidas, es doloroso pero de este modo nos impiden la vanidad
y dan las pautas de crecimiento que saben que necesitamos. Esa incomodidad es
esencial para la fecundidad de la tarea misionera, Jesús fue misionero por
sobre todo momento en la Cruz cuando callo y dejo de hablar porque ya no había
necesidad de palabras. La vida, la sangre, la oblación plena era la mayor
palabra, allí dio su “sí” al Padre de un modo absoluto.
Mensaje 1219
La voluntad de los hombres, no es la voluntad de Dios. El que
ama al Señor, el que cumple con el Señor es atacado por Satanás. No vacile el
corazón amante de Dios. Amén
Mensaje 1569
Mi Corazón de Madre, clama por el amor de sus hijos, hacia la
Santísima Trinidad. Dios Padre: Poder y Amor. El Hijo: Amor con sed de amor. En
la Santísima Trinidad se muestra perfectamente el Amor de Dios, por las almas. ¡La
Santísima Trinidad, cuantas veces rechazada y negada! Caminad bajo Su Esplendor
que refleja tanto amor. Gloria al Señor. Predícalo. Hija, los Santos, son la
Espada del amor de Cristo; luchan con Amor y por Amor.
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