La palabra se hizo carne: el Evangelio en poesía II . - 1a ed.
Prólogo del autor
Luego de haber ofrecido el libro de poemas "Sembrando la Palabra", del que se realizaron 2 ediciones, he creído útil para todo creyente dar un paso más en esta tarea y ofrecer ahora este libro titulado "La Palabra se hizo Carne", ofreciendo también aquí diversos pasajes del Evangelio de Jesús en una estructura poética. Al final de los poemas se ofrece el de la Enseñanza de San Pablo con una previa introducción.
Conocer y amar La Palabra de Dios es meta de nuestra vida cristiana. Que esta presentación permita ahondar en La Palabra ya conocida y conocer lo que aún no sabemos de La Palabra que es Jesús, suprema expresión del Padre. María en quien La Palabra se hizo Carne nos enseña a vivir La Palabra como Ella, contemplándola en el Corazón, encarnándola en la vida y ofreciéndola a nuestros hermanos.
Todo sea para Mayor Gloria de Dios.
Padre Carlos Pérez
Himno de la Coronación
¡Oh! María del Rosario
Reina y Madre de tu pueblo
hoy te alabamos cantando
desde este bendito suelo.
Mil gracias vas derramando
entre tus hijos pequeños
desde tu propio Santuario
Arca que nos lleva al Cielo.
Tus fieles te coronamos
porque eres Reina en el Cielo,
y también en esta tierra
como en todo el Universo.
Como Madre nos congregas
y como Reina, tu cetro
nos indica que conduces
por el seguro sendero.
Tu Corona nos enseña
que reinando desde el Cielo
imploras a tu Hijo Rey
por nuestros muchos anhelos.
Cristo el Señor es tu Hijo
con quien buscas el encuentro
de todos los demás hijos
que traen aquí sus ruegos.
La Corona de Jesús
Rey de todo el Universo
anuncia ya que su triunfo
nos libra en este destierro.
La Argentina se cobija
bajo tu manto de Cielo
y aguarda que tu poder
la libre de sus desvelos.
San Nicolás, fue elegida
como sede de tu encuentro,
con los hijos que te honran
en la patria de tus Templos.
Bendita la Trinidad
que enriqueció nuestro suelo,
con riquezas que se viven
gloriosamente en los Cielos.
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La Consagración a María
I
Nuestro Bautismo
Dios nos consagra por el Bautismo
para participarnos de su Vida,
haciéndonos los hijos de Su Padre
y hermanos que vivimos en familia.
Al estar consagrados por el Padre,
debemos caminar con plena dicha
atentos a la Fe que nos regala
y en respuesta al Amor que nos prodiga.
Jesús nos mereció la gracia nueva
y allí nos hace parte de su Viña
uniéndonos cual ramos que se nutren
en la Vid que su sabia participa.
II
María es nuestra Madre
María conociendo la pobreza
de los hijos que lloran sus heridas
nos ofrece llevarnos de su mano
e imitar a Jesús que nos invita,
Al fruto más profundo de su Amor
que por pura bondad nos comunica
y consiste en ser santos en la tierra
aguardando la Gloria prometida.
María nos ofrece acompañar
nuestros débiles pasos a esa cima
de la Gracia que Cristo nos regala
cuando muere en la cruz y resucita.
Debemos imitar a Jesucristo
consagrando por siempre nuestra vida,
al puro Corazón de Nuestra Madre
por quien Cristo a sus hijos nos cobija.
III
Nuestra Consagración a María
No podemos andar en horfandad
María como Madre nos invita
a entregarle por siempre nuestro ser
cuerpo y alma, tristezas y alegrías.
Cuanto más a su Amor nos entreguemos
en su fiel Corazón que nos abriga,
cuanto mas le brindemos la confianza
que de nosotros para actuar precisa
tanto más le será fácil a Ella
llevarnos al lugar que nos indica
y hacer de nuestro esfuerzo un canto alegre
que consista en donar toda la vida.
Amor y conversión, entrega pura
abandono y confianza sin medida
requiere de nosotros la que es Madre
para darnos la Gloria prometida
y elevarnos al Hijo de su seno
que vivió y creció en Sabiduría,
en edad y en la Gracia ante los hombres
por su gran obediencia con María.
Humildad y pureza nos reclama
pequeñez interior como semilla
que florece sirviendo a cada hombre
y construye la Iglesia que es familia
Nos pide la oración como camino
que nos une al Señor y santifica;
nos invita a inmolar nuestra existencia
en la Cruz de Jesús todos los días.
IV
Jesús nuestro Modelo
Jesús es el Modelo más perfecto,
que es dócil a su Madre sin mancilla
y nos muestra que así debemos darle
la obediencia a quien es Maestra y Guía.
Sólo el Santo da plena gloria a Dios;
consagrar a la Madre nuestra vida
es el único modo de arribar
con firmeza a la meta tan querida.
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