Todos los días 25 de cada mes en San Nicolás, se convocó a un grupo voluntario de
Misioneros de diversos lugares del país, felizmente, por iniciativa de los
propios laicos presentes en las reuniones, fueron grabadas las charlas que se
dieron. Hoy contamos con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a modo
de entregas semanales para todos, peregrinos en general y misioneros en
particular.
SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA
Jn. 2, 5
María nos dice,
quiero ser el vínculo unificador que entrega a la humanidad su Corazón para que
fortalezca su amor por Cristo. Id por los caminos que hay amor y esperanza, no
por los senderos del odio y el rencor. Orad con amor cristiano y la oración
hace que el peregrinaje hacia Cristo, se realice con auténtica alegría
interior.
La Virgen nos
enseña a responderle a Dios, en la Anunciación da rápidamente el “si” del
Corazón Contemplativo no porque entienda el plan sino porque quiere lo que Dios
quiere; cierra los ojos a su propia razón para meterse en la de Dios. María nos
enseña a tener un corazón
Que tiene que ir
purificándose, capacitándose para la contemplación y el amor para estar abierto
a la Palabra y a Dios que nos habla. Contemplar es amar, si desde un corazón
puro amamos a Dios sobre todas las cosas, nos resultara simple decirle que “si”
como María que no le puso obstáculos para que viviera en plenitud en su Corazón
de Madre. Llena de Gracia como copa que reboza va a misionar anunciando y comunicando la Gracia que a ella
le desborda, es el momento del Corazón Misionero como cuando visita a Isabel y
le comunica la más importante de las noticias: La Salvación. El Misionero es
como María, no puede guardar para si lo que tiene y se hace Corazón de
Servidor. No es el que cuenta lo que le dijeron es el que da aquello que a él
le desborda. Un corazón que se enamoró de Dios solo puede estar al servicio de
los demás dando a Dios en todo lo que sea. En las bodas de Caná, vemos dos
aspectos, Corazón Mediador y de Servidora. María es mediadora ante el Mediador;
provoca el primer milagro de Jesús y la actitud de servicio que se sensibiliza
frente a la necesidad de los esposos. El corazón misionero, siempre lleva
consigo una búsqueda de servir a aquel a quien misiona. Ya sea en una actitud
concreta o con la Oración de mediación que, es el gran camino por el cual
siempre podemos ayudar a los hermanos que tienen necesidad de nosotros. En la
Cruz, Jesús nos entrega la Redención; y la Madre con su corazón traspasado por
la espada y por la espina de nuestros pecados sufre a la par de su Hijo y los
dolores de parto que no tuvo en el nacimiento del Señor, los tienen ahí, y nos
engendra como sus nuevos hijos. Para nosotros, no es solo contemplar el Corazón
de la Virgen en ese momento de reparación, de agonía, de inmolación, de holocausto,
sino ver que nuestra vida está llamada a pasar por lo mismo que Ella en la
medida que nos duela la ofensa que se le hace a Dios y las espinas de los
pecados propios y de los hermanos. Ese dolor y toda forma de tribulación son
redentores porque con ello, como María, estamos gestando gracia y ganando
redención para todos los hombres. Su Corazón Inmolado, es el preanuncio de la
Gloria, porque en el momento de su mayor inmolación tiene el secreto y profundo
gozo de saber que estamos siendo redimidos gracias a la Sangre de Jesús y la de
Ella que participa como Corredentora. Cuando hablamos del Corazón de María como
ámbito de una espiritualidad estamos diciendo que la Madre nos dice que tenemos
que recibir a cada uno de los otros como Ella recibió a Juan. Porque únicamente
podemos enseñar a los demás lo que Dios nos enseñó en ese ámbito de calidez,
amor y de fraternidad. María primero en actitud de Corazón Maternal, y luego
apostólico-eclesial, congrega en la unidad, prepara y anima para recibir al
Espíritu Santo. Desde Pentecostés con su oración y a través de diversas
manifestaciones como la que vivimos aquí en San Nicolás, acompaña a los
Apóstoles y a la Iglesia. La Virgen, tiene Corazón Evangelizador y aunque ya no
va personalmente con cada uno de los apóstoles, ora por todos y por la misión
universal que Jesús les ha encomendado. Podríamos denominarlo de muchas otras
formas: obediente, pobre, humilde, sacrificado, intentando descubrir lo que
ocurrió en su corazón que no es solamente el lugar donde nos guarda y cuida,
sino que nos dice como quiere guardarnos, cuidarnos y de qué modo se convierte
en Madre y Maestra de nuestra fe y vida. La Virgen aparece; nos muestra a Jesús
y nos enseña el camino para llegar a Él. Descubrimos en distintos momentos de
su vida como con su corazón le respondió a Dios y a los hombres, nos ayuda a
ver que la santidad de su existencia es encarnable en la nuestra. Que cada una
de nuestras situaciones puede reflejarse en alguno de esos momentos y
preguntarnos como Ella los ha vivido y como tenemos que vivirlos nosotros
identificándonos con Jesús. Porque santidad es identificarnos con el Señor,
amándolo a Él y en El al Padre bajo el impulso del Espíritu. Ser santos es
tener toda la perfección posible en la tierra hasta que Dios nos lleve a su
Gloria. Por eso el itinerario del corazón de María nos marca un modo de ser, de
responder a la Gracia de enseñarnos a caminar en la santidad. Consagrándonos
verdaderamente a ella estaremos ya viviendo en su Corazón Glorioso en el Cielo.
Esa certeza la haremos visibles siendo santos dando testimonios de que Jesús
vive en nosotros, haciendo lo que él quiere que hagamos. El Santo es el testigo
de la Gloria anticipada que muestra en la Tierra que cree que Dios es Santo y
por eso aspira a la santidad.
Mensaje 1137: Por medio de ti
estoy llegando a tus hermanos de toda la tierra. A los que apoyados en la fe,
esperan en la Madre al Hijo. Madre bendita por Dios, Madre que por gracia de
Dios, trae a la humanidad la promesa del Señor, le muestra a la humanidad la
senda verdadera y definitiva, le entrega a la humanidad su Corazón, para que
fortalezca su amor por Cristo. Gloria por siempre a Dios. Predícalo.
Mensaje 280: Hoy veo una Luz
muy blanca Y fuerte, dice la Virgen: Es mí Sagrado Corazón que está esperando a
sus hijos. Después desaparece de la Luz y la veo con el Niño. Dice: Hijos míos
arrepentíos y seréis justificados que todo lo que escuchéis del Señor, entre
por los oídos y salga del corazón, os digo que pidáis al Señor que así sea. Recordad
que la Madre os lleva al Hijo y que el Hijo os lleva al Padre. Sostenidos sois
por Él. Gloria al Señor.
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