Todos los días 25 de cada mes en San Nicolás, se convoco a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país, felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones, fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos, peregrinos en general y misioneros en particular.
MARIA MADRE DE LA EUCARISTIA
Mt.
1 20-23; Lc. 2, 6 y 11.
La Eucaristía, el Gran Sacramento que el Señor
nos deja como testamento de lo que nosotros viviremos luego de su Muerte y
Resurrección, nos alimenta como creyentes. Alimenta nuestro compromiso de
fidelidad con el Señor. Nos hace vivir anticipadamente el misterio de la
eternidad. En la necesidad del pan material, el Señor nos habla del Pan que da
la Vida Eterna, que es todavía más importante. Celebrar y comer la Eucaristía
es gozarnos de esa misteriosa presencia de Dios que nos nos invade el alma, el
corazón, la vida, y que no quiere que ninguna otra realidad, por dura que sea
nos invada en su lugar. Porque el dolor, la tribulación, la angustia tienden a
crear en nosotros una sensación de vacío. Y la Eucaristía viene a cubrir toda
necesidad de modo que aun en la tribulación estemos seguros que el Señor esta
allí. La Eucaristía nos garantiza esa confianza que Jesús nos trae en Él y que
María tan fuertemente reclama de nosotros como expresión de amor. La Eucaristía
alimenta nuestra condición de misionero; el misionero es alguien que por misión
propia va a ser muchas veces
desconocido, no reconocido, su Palabra como es Palabra del Señor es Palabra
profética y tiene que tener una actitud profética. Entonces si no es alimentado
con la Eucaristía se va a cansar, se va a desanimar, va a claudicar. Y María
como misioneros, nos invita a vivir los dos destinos de Jesús en la Eucaristía,
el sacrificio de la vida: Jesús muere por aquellos que el Señor le ha
encomendado; también nosotros.
Jesús
en la Eucaristía se hace permanentemente presencia: si hemos comido a Jesús en
la Eucaristía, nos ha asimilado a Él y nuestra presencia es una prolongación de
la suya y esa es nuestra responsabilidad enorme.
Mensaje
582: En la mañana, la Virgen me dice: En la Santa Misa, no solo se recibe el
Cuerpo y la Sangre de Cristo simbólicamente, Cristo Jesús esá presente y se
ofrece verdaderamente. Que todos mis hijos vean en la
Comunión
al Salvador, que sientan esa intima comunicación con Cristo y que Cristo entra
en ellos. Hijos, apreciad también el tesoro Incalculable que pone a vuestro
alcance el Señor. Esforzaos en merecerlo, no perdáis algo tan valioso como es la
salvación eterna. No lo dejéis para el futuro, porque la salvación comienza
desde
aquí en la tierra, hoy en el presente, en este presente que el Señor os está hablando.
Queridos míos, que el gozo que siento en acercaros al Señor, sea también, gozo
vuestro. Gloria a Dios.
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