Todos los días 25 de
cada mes en San Nicolás, se convoco a un
grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país, felizmente, por
iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones, fueron grabadas
las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que nos disponemos
a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos, peregrinos en general y
misioneros en particular.
Nuestro caminar de
peregrinos.
Acercándose, Jesús les
dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, entonces y
hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo
les he mandado. Y Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo. (Mt. 28, 18-20)
1 -Somos peregrinos y
estamos de paso. Esta no es nuestra Patria definitiva, sino que estamos en
camino hacia ella. Por lo tanto lo que hoy es, mañana deja de serlo; lo que hoy
tenemos en nuestras manos, mañana no lo tenemos más, vivimos con la inseguridad
propia del que peregrina, del que aún no llegó a su lugar definitivo. Es por
eso que nuestro corazón está llamado a afianzarse en donde están los verdaderos
gozos, es decir, en la patria definitiva. Esa Patria definitiva vendrá, y
vendrá muy pronto. Es importante que la esperemos, la deseemos y nos preparemos
para recibirla. Y mientras caminamos hacia ella, vamos dejando cosas que hoy
sirven y mañana ya no, y vamos enclavando nuestra vida y nuestro corazón allí
donde no hay cambio, donde no hay mutación: en Dios.
2 -El Evangelio nos
plantea también esta verdad : mientras el mar está agitado y se convierte en
fuente de temor para todos los Apóstoles, mientras el barco comienza a llenarse
de agua y hace peligrar la vida de ellos, mientras todo se plantea frágil,
Jesús está allí durmiendo. Pero basta que lo llamen, para que El se muestre
como el definitivo y único capaz de dar la verdadera solidez a la esperanza de
ellos. Cuando todo tiembla, solamente el Señor es la roca firme que no puede
hundirse. Y en nuestras vidas somos testigos de Cristo como esa roca firme en
la que nos afianzamos y en la que nos apuntalamos. Cristo quiere convertirse
para nosotros y desde nosotros para los demás, en ese pedestal inalterable. En
medio de las pequeñas o grandes dificultades del camino, es el Señor quien nos
sostiene, nos alienta, nos eleva, y nos garantiza la seguridad de nuestra vida.
3 -Todos los días
queremos afianzar nuestro corazón allí, en Dios, solamente en Dios. Y el Señor
nos da la gracia para hacerlo y nos dará la gracia para ser fieles a esta
intención, a esta meta que nos proponemos. Por lo tanto nuestra oración y
nuestra actitud deben ser enprimer lugar de agradecimiento por la gracia
recibida, por el camino que ya hemos recorrido; y en segundo lugar de súplica
para que el Señor , a través de la Santísima Virgen, nos de la gracia de una
creciente fidelidad, fidelidad a la vocación a la que hemos sido llamados, a la
vocación de resucitados, a la vocación de consagrados, a la vocación de
servidores fieles en lo poco para luego ser fieles en lo mucho. No tengamos
miedo de aspirar a la santidad porque Dios es Santo y nosotros fuimos creados
semejantes a El.
4 -En este peregrinar,
no nos sintamos nunca solos ya que María, la mujer contemplativa, la mujer
silenciosa, la mujer orante, quiere tenernos en su corazón, llevarnos de la
mano para que nuestro pie no tropiece, protegernos para que nuestro corazón no
se desaliente nunca, para que sintamos en Ella -como los Apóstoles- la fuerza y
el poder del Señor que es capaz de calmar los vientos y las tempestades. No
olvidemos que si estamos con el Señor no habrá tempestad más fuerte que su
gracia, no habrá riesgos humanos que nos hagan sucumbir: el Señor vela por
nosotros. “Caminaremos entre escorpiones-dice el Salmo- entre piedras y víboras
y nuestro pie no ha de tropezar”.
Hija mía, con mucha
ternura, digo a todos mis hijos; Laicos, Religiosos y Sacerdotes: Soy vuestro
Auxilio, vuestro verdadero Auxilio. Yo, os mantendré perseverantes en la fe y
os haré amantes de la caridad. Sed vosotros humildes y fieles predicadores del
Santo Evangelio y os aseguro que hallaréis gracia ante la Gracia. Gloria al
Altísimo. Sea esto conocido
Comentarios
Publicar un comentario