¡Ven y verás! Encuentro y experiencia imborrable Pbro. Aldo Ranieri 15/01/ 2012
Esa tarde, los dos discípulos se quedaron con Juan
el Bautista. Les había prometido algo demasiado interesante: les indicaría a
uno que bautizaba no con agua, sino con el Espíritu Santo. ¡Imposible de
perder! Su perseverancia fue recompensada al día siguiente. El encuentro con
Jesús quedó imborrable en su memoria y se acordarán para siempre la hora: eran
las cuatro de la tarde. Juan el Bautista se alegró al ver que se iban, su
misión estaba cumplida: Los había llevado a Jesús. El evangelista nos deja al
obscuro acerca del lugar en donde se quedaron. “Vengan y lo verán”, fue la
respuesta. Es que para conocer ese lugar, hay que conocer primero el camino (Jn
14, 2-6). Es interesante que cuando es Jesús que pregunta acerca del lugar
dónde está su amigo Lázaro, le respondan “Ven y verás”, y lo llevan a una tumba
(11, 34). Destinos diferentes para el ser humano, si está o no con Jesús.
Cuando vio a Pedro, Jesús le cambió el nombre: De Simón a Cefas, “que quiere
decir Piedra”, añade el evangelista. Este cambio de nombre, que cae aquí sin
contexto, hace dudar sobre las intenciones de Juan. Jesús a Pedro le dio
siempre una posición de privilegio en el grupo de los doce, pero también nadie
fue tan reacio en seguirlo decididamente como Pedro (21, 15 ss.). La primera
lectura nos presenta un ejemplo distinto. Un muchacho estaba acostado donde se
encontraba el arca de Dios. En aquel tiempo, estamos en el 1100 aC ., era rara la
palabra del Señor, porque los que debían estar atento para oírla, los
sacerdotes y los caudillos del pueblo, estaban en sus cosas. Y así Dios tuvo
que llamar a un muchacho pequeño, que inmediatamente le oyó. Fue el profeta
Samuel, casi del mismo talante que Moisés.
El mensaje de la liturgia: ¿Qué buscan?: Mucha
gente no sabe que hacer con su vida. Otros han convertido su existencia en un “paseo
de compras” o en una “maratón de placer”. ¡Que desperdicio! ¿Puede calmar
nuestra sed de felicidad una vida así? ¿Qué buscan?, nos pregunta Jesús. Pregunta
decisiva que puede transformar nuestras vidas si la tomamos “en serio”. ¿Qué estamos
buscando en la vida? Pero ¿Estamos buscando algo? ¿O estamos satisfechos con
una existencia superficial, frívola, resignada? “vengan y vean”, sigue invitando
Jesús. La invitación es este mensaje, la celebración eucarística de cada
domingo; un sacerdote, un amigo, un acontecimiento que despierta en nosotros la
añoranza de una vida mejor “invertida”, llena de sentido, acorde con esas
ansias profundas que anidan en el corazón. Jesús sigue preguntando, invitando, ofreciendo el encuentro que transformará nuestra vida. Te
doy gracias, Señor, porque desde el bautismo me llamas, me invitas, me buscas;
porque te pusiste en mi camino y me deslumbras con tu vida y tu amor. Gracias
porque quieres compartir conmigo tu misión y tu gloria.
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