Durante 10 años, todos los días 25 de cada mes en San Nicolás, se convoco a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país, felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones, fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos, peregrinos en general y misioneros en particular.
MARÍA, MADRE FUENTE DE MISERICORDIA: Rm. 5, 5.
La Maternidad de María (es) raíz y fuente de Misericordia. Tenemos que ser como Jesús una expresión de la Misericordia del Padre, y como María desde su Corazón, expresión visible de su amor maternal; encarnar en nosotros la alegría y la exigencia; el dolor y el gozo de la maternidad. La madre sufre toda vez que va a dar vida, pero prevalece el gozo que produce esa maternidad. El apóstol esta íntimamente unido a María en esta dimensión de maternidad. Cuando anunciamos la Palabra de Dios, enseñándola al que no la conoce; o damos a conocer los Mensajes de la Santísima Virgen como respuesta a necesidades importantes, se produce vida en el corazón de los demás. Eso es expresión de la paternidad de Dios y de la maternidad de María, que pasa por nuestras manos porque Dios lo quiere. (Ella) nos hace participes de su maternidad, somos sus instrumentos como hijos al servicio de los demás hijos. Tener “entrañas de misericordia”, supone tener un corazón maternal. Imitarla a María es imitarla en el rostro materno que Dios tiene, asumiendo una expresión misericordia. No solamente perdonando, ayudando, consolando, sino siendo misericordiosos, estando en actitud de misericordia. Esa actitud es fruto del Espíritu que vive en nosotros y nos hace ser misericordiosos. El mayor acto de misericordia que puedo dar a mi hermano es llevarlo al conocimiento de la palabra de Dios, de Jesús. Nuestra misión evangelizadora es la más alta misión de amor hacia aquel a quien soy enviado. Ser misericordioso es entroncarlo en esa comunión fraterna de la cual el pecado lo alejo o no lo permite entrar. (En) el encontramos en el Corazón de Nuestra Madre en una confidencialidad permanente y creciente, esta la raíz de nuestra santidad, de nuestra integración a la OBRA DE MARÍA, de nuestra capacidad de ser fieles a Dios de ser fieles a los hermanos que tienen todo el derecho de buscar a Dios en nosotros. La oración nos arma con la armadura de Dios. En ella nos moldea para que seamos a semejanza suya.
Mensaje 165
Alegraos, porque habéis conocido la bondad de Dios, desde el momento que os ha elegido y os ha puesto a prueba. Hijos míos: Se que no sois indiferentes al llamado del Señor, que lo obedecéis plenamente. No abandonéis la oración, no abandonéis la fe en Dios, debe estar siempre como una brasa candente, conservadla para que no se apague. Amen. Amén.
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