Los Grupos de Oración:
REUNION DEL 25 DE JULIO DE 1994
Palabra de Dios: No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno; como tú, Padre, estás en mí Y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. (Juan 17, 0-21)
1- La oración a la que la Virgen nos llama tan insistentemente es el gran pedido que Ella nos hace para que nosotros descubramos esa experiencia. Podemos hablar mucho sobre el tema; pero lo que importa es que tengamos una experiencia de oración, más que lo que podamos decir, porque diremos lo que sabemos, y lo que sabemos es fruto de lo que vivimos. Solamente sabe el que vive, no el que conoce por haber leído.
En este texto Jesús nos dice que no solamente ruega por los que en ese momento lo acompañan, por sus apóstoles; sino por todos aquellos que a través del tiempo y de los siglos habrán de creer en Él. Entonces el Señor ha rogado también por nosotros. Creo que esa tiene que ser también nuestra oración apostólica.
2- La llamada oración sacerdotal de Jesús es también nuestra oración de apóstoles. Rezamos primeramente para dar gloria a Dios, para alabarlo Luego rezamos por tantas necesidades, y por aquellos que el Señor pone en nuestro camino, en nuestras manos; para que El les muestre la luz de la Verdad, para que el Señor les haga ver el camino que les ha enseñado; los haga fieles, los haga vivir el misterio de la unidad, gran signo de la presencia del Señor entre nosotros... Recemos por los que nos tocan de cerca: familiares, amigos, parientes, vecinos. Por los que sufren, y por todos aquellos que gracias a esa palabra que estamos pronunciando van a creer en Dios, también por los enemigos, respondiendo al pedido de Jesús: "rueguen por sus perseguidores". Así también nuestra oración se convierte en una oración universal.
Cada vez que rezamos por los demás, rezamos por todos aquellos que conocemos, por todos aquellos que en el seno de la Iglesia no conocemos y con quienes compartiremos en el cielo, por todos aquellos que no han encontrado a Dios. Demos a nuestra oración ese carácter de intercesión por todos los que Dios llama para que se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
3- Sabemos que la oración que hacemos en grupo, por lo menos entre dos personas tiene un valor especialmente grande... Hay una presencia privilegiada de Jesús cuando rezamos en su Nombre, cuando hacemos de la oración un hecho comunitario. La oración comunitaria por excelencia es la oración litúrgica: la Misa y los Sacramentos; pero toda forma de oración comunitaria es sumamente valiosa y contribuye a una permanente unión con Dios.
4- Es toda una campaña evangelizadora la que se está produciendo, desde el Rosario rezado en los Grupos de Oración... Jesús en San Nicolás, cuando aparece a Gladys, dice: "Días gloriosos os esperan..." Esta es la gloria que el Señor nos está mostrando; la manifestación de su poder, de su triunfo manifestado en una manifestación de gracia que Dios va haciendo con nosotros... por medio de la oración y la fidelidad al Señor. Somos pocos; sin embargo la Virgen se encarga de multiplicar su obra, y de llamar a tantos que se van enrolando en sus filas. La Obra no es nuestra, sino de la Virgen... Dios la va a hacer triunfar; aunque no sin dificultades.
5- Los elementos claros para los miembros de un Grupo de Oración son:
-Tener disponibilidad para entender y aceptar lo que María quiere de nosotros, escuchando y contemplando la Palabra.
-Asumir la misión evangelizadora, sobre todo con los enfermos y los más necesitados pero que llegue a todos los hombres. Todos estamos llamados a la salvación. El enfermo es un tesoro que tenemos en cada comunidad. Sepamos darle la dimensión que Dios le da.
-Descubrir la oración y el servicio, así se mantienen unidos los miembros de un grupo, para dar lo que se les recomienda proclamar. El grupo que se encierra muere. El que se abre se vitaliza, se enriquece con una dimensión distinta.
-El grupo misionero debe proyectar el Evangelio, el rezo del Rosario, los Mensajes, la caridad. Son elementos que en muy distintas formas, se deben dar siempre.
-Vivir la unidad. Estar unidos en el Corazón de María produce una honda vida fraterna. El poder de la oración lo da la unidad en el amor, en el servicio, en la entrega, en la docilidad. Entonces somos uno y la savia de la Gracia alimenta a todo el grupo.
Esa es la meta: entender que, aunque seamos distintos, estamos unidos por la fe y no solo por vínculos humanos ni por la simple simpatía que siempre es efímera... Es el mismo Señor y su Madre quienes nos convocan y nos envían.
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