Catequesis
Mariana desde San Nicolás por el Pbro. Carlos A. Pérez
Durante
10 años, todos los días 25 de cada mes en San Nicolás, se convoco
a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país,
felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las
reuniones, fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos
con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a modo de
entregas semanales para todos, peregrinos en general y misioneros en
particular.
La
Palabra de Dios II
Lectura
de la Palabra:
Mientras
Apolo permanecía en Corinto, Pablo, atravesando la región interior,
llegó a Efeso. Allí encontró a algunos discípulos y les preguntó:
“Cuando ustedes abrazaron la fe ¿recibieron el Espíritu Santo?”
Ellos le dijeron: “Ni siquiera hemos oído decir que hay un
Espíritu Santo”. Entonces, ¿Qué bautismo recibieron?” les
preguntó Pablo. “El de Juan”, respondieron. Pablo les dijo:
“Juan bautizaba con un bautismo de penitencia, diciendo al pueblo
que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús.
Al oír estas palabras, ellos se hicieron bautizar en el nombre del
Señor Jesús. Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos
el Espíritu Santo. Entonces comenzaron a hablar en distintas lenguas
y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.
Pablo
fue luego a la sinagoga y durante tres meses predicó abiertamente,
hablando sobre el Reino de Dios y tratando de persuadir a sus
oyentes. Pero como algunos se obstinaban y se negaban a creer, y
denigraban el Camino del Señor ante la gente, Pablo rompió con
ellos. Luego tomó aparte a sus discípulos y dialogaba diariamente
en la escuela de Tirano. Así lo hizo durante dos años, de modo que
todos los habitantes de la provincia de Asia, judíos y paganos,
tuvieron ocasión de escuchar la Palabra del Señor. (Hechos 19,
1-10)
1-
Pablo hace una catequesis importante sobre la acción del Espíritu
Santo en el corazón de los creyentes. Durante tres meses se dedica a
predicar con toda claridad la Palabra de Dios a los oyentes de la
Sinagoga. Luego establece una relación distinta, mucho más
profunda, con un grupo de discípulos, a quienes durante dos años se
dispone a catequizar más profundamente y a hacer que se ahonde todo
el tema de la fe anunciada inicialmente...
Es
lo que le ocurre a todo misionero. Primeramente viene el anuncio de
la Palabra de Dios. Ella es la que establece un discernimiento, un
“sí” o un “no” a la Palabra... Cuando el rechazo se hace
habitual, hablamos de una obstinación en la incredulidad. Entonces
habrá que rezar para que ese hermano nuestro abra su corazón, para
que no permanezca siempre insensible a esa Palabra. Es fundamental
nuestra oración de intercesión como lo vemos en el Evangelio.
Pero
en cambio hay otro grupo de creyentes que adhieren a la Palabra: la
aceptan en su corazón y comienzan a vivir de acuerdo a esa
exigencia; pero en este caso, estos creyentes necesitan ser
confirmados en la fe y ser catequizados continuamente. La Iglesia
habla en este momento de la formación permanente. Tenemos que estar
siempre creciendo en la única Palabra de Dios que hemos recibido.
Crecimiento no es solamente por un mayor conocimiento de la Palabra;
sino por un mayor testimonio, una mayor vivencia de la Palabra...
2-
Somos misioneros del Señor desde el Corazón de la Virgen. Llevamos
la Palabra de Dios por todas partes. Encontramos puertas abiertas y
cerradas...Cuando la Palabra, unida a la oración, logra que el
oyente se convierta, realmente podemos decir: La Palabra llegó a su
plena eficacia...
De
ahí la necesidad que tenemos nosotros de conocer, profundizar,
rezar, meditar la Palabra... La Iglesia nos invita a vivirla.
María
en sus Mensajes nos da citas bíblicas para que los leamos; pero
también nos insta a meditar y profundizar en el contenido de esa
Palabra. Los Mensajes son “guiones que nos llevan a la Palabra”.
Nos dan la oportunidad de profundizar y descubrir toda la riqueza de
la Palabra. Son como una catequesis que nos ayuda a descubrir su
riqueza y a actualizar respuestas de la Palabra para la realidad del
hombre de hoy.
3-
Los Mensajes harán descubrir la riqueza inefable de la Palabra de
Dios, fuente de fe y de conversión, orientándonos a responder a
esta Palabra como la Santísima Virgen, con un generoso “sí”,
con una generosa aceptación y adhesión del corazón a la Palabra
eterna del Padre, que también quiere hacerse carne en nuestras
vidas, para luego ser entregada a los demás desde nosotros.
Dios
ha querido revelarse a todos y por eso la Palabra debe ser
anunciada. No predicamos nuestra palabra sino la de Jesús. Por
ejemplo: la opción por los pobres no es exclusiva ni excluyente: es
preferencial, como dijo el Papa. No debe haber posturas radicalizadas
frente a la transmisión de la Palabra.
Una
forma clara de catequesis es enseñar a manejar el libro de la
Palabra de Dios.
Nosotros
también debemos leerla, meditarla... La Virgen con los Mensajes nos
enseña un modo de descubrir la Palabra de Dios. Es el Padre que
habla a los hijos; es una confidencia de Amor que Dios nos hace...
4-
El consagrarnos a Jesús por María, lleva a consustanciarnos con la
Palabra, a tratar de hacerla vida.
-
Dios quiere encarnarla en nuestra vida, para poder comunicar una
Palabra que ya es nuestra. “Lo que existía desde el principio, lo
que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado y han palpado nuestras manos, es lo que les anunciamos:
La Palabra de vida” (Jn 1,1)
-
Es muy importante crear un clima de oración; porque es en la
oración donde Dios nos ilumina, nos prepara, nos predispone para que
esa Palabra produzca frutos...
-
La Palabra, aunque parezca siempre la misma, es siempre nueva
-
Debe haber coherencia entre la Palabra que transmitimos, y la
vida…La Virgen le creyó a la Palabra de Dios, no dudó y esa
Palabra se hizo carne en Ella, y María se hizo testigo de esa
Palabra. Lo fue hasta el final: vivió creyendo, nunca dio lugar a la
duda...En Ella se da una sola realidad: creer es amar.
-
Antes de predicar debemos escuchar y conocer al otro...la Palabra
de la cual somos testigos es una Palabra que responde a las urgencias
del hermano. Cuando alguien viene con su dolor ahí tenemos la
oportunidad de predicar la Palabra, aplicada a ese dolor.
-
Es importante rezar por la santidad de los sacerdotes, y por la
fidelidad de los esposos. Estas situaciones están mostrando la
necesidad de profundizar en la Palabra de Dios; es decir que a veces
la Palabra hizo crisis, y la oración hizo crisis y la relación con
Dios también...Si no estamos fuertemente aferrados a la Palabra de
Dios, a la oración, a la Virgen, a los Sacramentos, todos podemos
entrar en crisis...
5-
Hay aquí tres aspectos:
-
La Palabra de Dios vivida por cada uno, familiarizándonos con su
lectura y meditación.
-
Los grupos de oración, con la Palabra como materia de reflexión
y los Mensajes de la Virgen que nos llevan a la Palabra.
-
El domingo, el gran día de la asamblea litúrgica, donde se nos
predica la Palabra o, si es posible, la Misa diaria.
Se
profundiza la Palabra descubriéndolo a Jesús en el sagrario. Jesús
está allí y está también en el interior nuestro.
La
Palabra nos es anunciada para producir no sólo un acto de fe
intelectual; sino un acto de fe vital: la transformación y
conversión de la vida. Allí sí podremos decir que fue eficaz el
anuncio en nuestro corazón, y va creando lazos de amistad muy
profunda con el Señor y nos capacita para asumir los compromisos
cristianos.
Mi
amada hija, quiero la Verdad para todas las almas. Hijos míos: No os
resistáis a Ella; abrazaos con fe, humildes y sensibles a la voz de
Cristo. Que vuestra debilidad se fortalezca en la fe y la fe se
robustezca desde la Palabra. Las Glorias sean al Señor. Predícalo.
19-10-89
– Mensaje 1734
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