Catequesis Mariana
desde San Nicolás
por el Pbro. Carlos
A. Pérez
Durante
10 años, todos los días 25 de cada mes en San Nicolás, se convoco
a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país,
felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las
reuniones, fueron grabadas las charlas que se dieron.
Hoy
contamos con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a
modo de entregas semanales para todos, peregrinos en general y
misioneros en particular.
MARÍA
GENERA EL VERBO ENCARNADO Y ESPOSA DEL ESPIRITU SANTO
“Maria
genera el Verbo encarnado”
Lc. 1,
34-38
El
Espíritu Santo que produjo la Encarnación del Hijo de Dios en el
seno de Maria Virgen, es el mismo que conduce a toda la Iglesia. Lo
hace de acuerdo a las exigencias de cada época, descubriéndole el
modo evangélico que le permita responder adecuadamente a los grandes
desafíos que cada una de ellas plantea. Es el alma de la Iglesia que
la conduce, la santifica, reparte los dones, la anima interiormente
en su conjunto y en cada uno de sus miembros, y los unifica a todos
en un solo cuerpo. Maria, recibe la acción del Espíritu Santo
estando en Oración, en un clima de escucha, de apertura de corazón;
clima que siempre necesita para poder actuar. Orar es la condición
indispensable para que el corazón, se haga disponible a la lluvia de
la Gracia, a la luz que el Espíritu Santo quiera comunicar en cada
momento. Maria no reza automáticamente, ni con palabras sueltas;
esta actitud de adorar y alabar a Dios reconociéndole como supremos
Señor y Padre, que es la expresión más fuerte de Oración y donde
el Espíritu, que con el consentimiento de Maria, produce la
Encarnación del Verbo en su seno y finalmente, la mueve a anunciar y
compartir la alegría de la Palabra que se ha hecho carne en Ella. El
Espíritu Santo nos relaciona fuertemente no solo con Dios, sino con
aquellos con quienes formamos un solo cuerpo. Si estamos
profundamente unidos a la Virgen, sintiéndola Madre, descubriremos
de manera muy especial el Misterio de Cristo porque Ella es la
encargada de enseñárnoslo. Desde el Corazón de la Virgen, el
Espíritu Santo nos consagrara para Él y para el Padre,
capacitándonos para amar como Dios quiere que nos amemos. Los
apóstoles, luego que Jesús sube a los Cielos, se congregan en
Oración; y cuando el Espíritu llega, obra maravillas en ellos, los
transforma; les da fortaleza; la luz que no tenían antes de ese
momento; la alegría de la misión apostólica; y la audacia para
salir a comunicar la Palabra, a predicar el Evangelio. Este es el
ritmo de la acción del Espíritu. Toda celebración Eucaristía,
comienza siendo el anuncio de la Palabra que, tiene la misión de
convertirnos y abrirnos el corazón para lo que Dios nos quiera
decir. Y que también se hace carne en nosotros al recibir a Jesús
en la Eucaristía, impulsándonos a ser testigos de lo que vivimos,
proclamando al Señor que vive en nosotros y nos ha transformado en
Él. No puede anunciar a Jesucristo aquel que solo lo conoce con la
cabeza y no con el corazón. Esto es lo que tenemos que ser nosotros
como misioneros. El misionero es alguien que lleva la Palabra de Dios
encarnada en su alma y es testigo de esa presencia divina en su vida.
Este acontecimiento de San Nicolás dentro de la dinámica del
Espíritu Santo, es un regalo que Dios Padre da a la humanidad para
que la Iglesia lo encauce y lo ofrezca como medio de salvación y de
santificación. Maria, una vez más, prepara el camino para llegar al
Señor. Y en este caso concreto, nos esta invitando a tener sus
mismas actitudes para vivir esta continua ENCARNACIÓN que estamos
llamados a experimentar.
“Maria,
Esposa del Espíritu Santo”
Jn. 15,
26-27 / Jn. 16, 1-15
El
Espíritu Santo que produjo la primera Encarnación del Hijo de Dios
en el seno de Maria, la sigue produciendo en el seno de la Iglesia
especialmente en los momentos más difíciles. No se ata a
estructuras humanas y se expresa como quiere, por eso tenemos que
estar siempre humildes y profundamente abiertos a su acción, a lo
que va sugiriendo el corazón para que realmente seamos testigos de
la Esperanza, y del triunfo del Señor. En un momento donde parecía
que lo de Dios esta llamado a ser destruido, mas que nunca, desde
abajo, Dios esta fortaleciendo la gracia de su triunfo. Tenemos que
descubrir con el corazón, de que modo esta hablando, no solo para
nosotros sino para los demás. Nos hace instrumentos suyos, nos lleva
de acá para allá nos pone obstáculos, dificultades, pruebas,
alegrías, luz, lo que sea, para que seamos útiles a los demás allí
donde estemos en actividad misionera. El Espíritu Santo, vive
hablándonos. El hábito de la Oración, nos hace capaces de captar
su acción y su voz. Dejemos los ojos y oídos del corazón abiertos
para que no se nos escape nada de lo que nos quiera decir. Es tiempo
de un verdadero combate, en el que Dios esta triunfando, y Maria es
la gran protagonista de este triunfo. Esa es nuestra tarea como
misioneros: descubrir la acción del Espíritu Santo que a través de
la Virgen nos va conduciendo, y ponernos a su total servicio para
esta Obra misionera. Vivamos la alegría de lo que estamos haciendo.
Sepamos que las tribulaciones que vamos a padecer son parte
impostergable e inevitable en el Plan de Dios. La reseña de la
santidad es la Cruz; desde que el Señor nos va haciendo misioneros
fecundos de su Obra.
Mensaje
705
“No
aparto mis ojos de mis queridos hijos. Benditos, los que confían en
la Madre de Jesús, Porque su confianza verán Recompensada. Amén.
Amén.”
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