CATEQUESISI
MARIANA DESDE SAN NICOLÁS
Pbro
Carlos Perez
Nuestra
vida cristiana en comunidad
“Todos
se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles
y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las
oraciones … Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo
suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían
el dinero entre ellos , según las necesidades de cada uno...”
(Hechos
2, 42, 44 y 45)
1)
El Señor nos envió a predicar a todos los hombres, diciendo: “Vayan
por todas partes, anuncien el Evangelio a toda creatura…”
Anteriormente
nos dejó el Mandamiento Nuevo y puso allí la garantía de
credibilidad del apóstol; nos creerán si nos amamos y demostramos
el amor con obras y de verdad.
Los
Apóstoles con Jesús formaron una comunidad fraterna y apostólica;
Jesús fue para ellos el Maestro y con ellos el Hermano Mayor y el
Amigo que les mostró al Padre y adoptó la condición de servidor:
“No he venido a ser servido, sino a servir”.
Desde
esta realidad, Jesús comenzó su vida pública, prolongando su
primera experiencia comunitaria en la familia de Nazareth; el Verbo
vivió eternamente como Hijo su experiencia de Familia en Dios. En
Nazareth el Verbo encarnado vivió al modo humano y en pequeño, pero
de un modo pleno, aquella experiencia de un Dios que es Familia. Así,
La Sagrada Familia de Jesús, José y María es ícono de la
Trinidad.
Nazareth
ofrece el ideal de la Familia Trinitaria que Dios quiere re-crear en
toda la humanidad, ya que el primer proyecto de comunión fue
desechado por el hombre a partir del primer pecado.
La
Comunidad Apostólica debe formarse en este clima de fraternidad.
Finalmente
toda su predicación ha de converger básicamente hacia la meta de
Jesús: “Padre, que todos sean Uno como Tú y Yo.”
2)
María en Pentecostés, congregó a los Apóstoles en el Nombre de
Jesús y los hizo hermanos en torno a Pedro, constituido por Jesús
en la Cabeza visible de la Iglesia naciente que comenzaba a formarse.
El
Espíritu Santo producirá las maravillas del Amor en los corazones y
de allí surgirán los frutos de la Predicación. Los Apóstoles se
dispersarán pero seguirán unidos en la más profunda Comunión; no
habrá distancia que rompa esa Unidad y tendrán un mismo espíritu.
La
primera Comunidad cristiana, es consciente del valor fundamental de
ser familia: se reunían frecuentemente, compartían todo, no había
necesitados entre ellos, tenían un solo corazón y una sola alma,
agregaban nuevos miembros a la Comunidad; “¡mirad cómo se aman!”
decían los judíos al observarlos. Irradiaban la alegría de la
Caridad.
San
Pablo, recriminaba a su Comunidad de Corinto, la falta de amor, que
es el gran motivo de escándalo en el cristiano. El mismo establece
el Amor como la plenitud de los Carismas. El amor es el que da valor,
a los Ojos de Dios, a todo lo que hacemos. Leamos el Himno de la
Caridad en el Capítulo 13 a los Corintios.
La
Iglesia es vigorosa, cuando en ella resplandece el Amor de Cristo; se
agrieta, con la división, el egoísmo, las internas mezquinas, la
incapacidad de compartir las riquezas del Espíritu Santo por causa
de la envidia, la comodidad ó por conformarnos al espíritu de la
discordia.
3)
En momentos muy graves para el mundo, el Papa lo recorre llamando a
la conversión; a que toda la humanidad retorne al Único Rebaño,
bajo un solo Pastor. María hace lo propio en cada una de sus
Apariciones y manifestaciones, desde su misión de Madre de la
Iglesia.
El
vínculo comunitario de los miembros, es esencial a la vida de la
Iglesia de Jesús. Estamos llamados a formar una verdadera familia en
la continua práctica de la Caridad, donde más que las distintas
tareas a cargo de cada uno, descubramos que somos hermanos y por lo
mismo nos amamos hasta compartirlo todo en un auténtico espíritu de
comunión.
Tenemos
necesidad de equipos pastorales, pero esencialmente unidos en el Amor
de hermanos.
Como
necesario resultado, el amor que se vive en la Comunidad, se expande
a los hermanos alejados; se les hace partícipes directos de esta
vivencia; ellos viven lo que ven.
Advirtamos
la grandeza de la Comunidad que tiende generosamente a la comunión
por el Amor.
Esta
Comunidad, tiene presente a Dios de quien se enriquece y al que sirve
en el anuncio.
La
Comunidad es un don de Dios que hay que pedir; en esa medida los
miembros de la Comunidad, son quienes construyen la Unidad. Los
destinatarios, son quienes se beneficiaran de esa unidad que de por
sí, es evangelizadora y entienden que esa unidad los lleva a la
conversión y a la Comunión.
Somos
reflejo de la Ssma. Trinidad, que nos ha creado a imagen y semejanza
suya.
Como
la Iglesia y en Ella, el cristiano aspira a vivir el misterio de la
Unidad.
Amar
y ser amado es algo normal en todo ser humano y debe encontrar su
realización en esta Comunidad de hermanos.
4)
La Comunión fraterna afecta directamente a la misión pastoral: es
la garantía y la prueba de la Verdad que enseñamos y de la Caridad
que nos anima.
No
es suficiente la comunicación; es una exigencia la comunión de las
personas.
No
es suficiente compartir sino en función de un crecimiento en la
Comunión.
Es
necesario también compartir los trabajos apostólicos: experiencias
y proyectos misioneros; debemos sentir como propios los proyectos del
otro y nos sentiremos respaldados por el aval de los demás.
Es
un regalo el don de la fraternidad; Dios nos encomienda unos a otros,
como hermanos a quienes amar, y esta fraternidad debe florecer en
Amistad; tiende a abrirse en intercomunicación profunda. “Ya no os
llamo siervos, sino amigos” Nos dice Jesús.
Vivir
la fraternidad cristiana, exige una relación recíproca donde se
experimente el afecto dado y compartido.
De
este modo haremos creíble el Amor que predicamos.
5)
María se manifiesta en San Nicolás en un momento histórico, lleno
de desafíos a la persona, a la familia, a la Iglesia y a la
Comunidad humana.
Como
Madre quiere congregarnos en la Unidad de un Cuerpo, que es el de
Cristo. Ese Cuerpo es la Iglesia.
Tenemos
un modelo de vida en Comunidad, en la Primera Comunidad Cristiana;
como podemos leer en el Libro de los hechos de los Apóstoles, Cap.
2.
Los
primeros cristianos llegaron a vivir la Comunión y se convirtieron
en modelo de vida comunitaria Eclesial.
Se
alimentaban de la Palabra y la Oración, se nutrían con la
Eucaristía. Vivían el vínculo del Amor, teniendo un solo corazón
y una sola alma.
Esa
Comunidad tenía en cuenta a los más necesitados, siguiendo la
preferencia de Jesús por los más pobres, enfermos, ancianos,
débiles y sufrientes.
Irradiaban
la alegría que nace del Amor y por eso integraban nuevos miembros a
la Comunidad. Los Apóstoles presidían esas Asambleas y las
conducían con su Enseñanza y el servicio apostólico.
A
esta Meta nos convoca María en nombre de Jesús.
Llevar
adelante esta experiencia, es echar las bases profundas de la
Civilización del Amor.
María
está en San Nicolás y en el mundo para que el mundo crea en Jesús
y lleguemos a formar “un solo Rebaño bajo un solo Pastor”. El
Papa y los Pastores de la Iglesia, nos orientan y alimentan en la
búsqueda de esta Comunión.
“… a
muchos les cuesta obrar cristianamente, porque tienen el corazón
separado de Dios. Hoy una gran distancia separa a los hombres, hay en
los corazones muy poco amor al prójimo. Invito a mis hijos, a amar
al hermano; a tener compasión por el hermano. Si esto se recuerda en
el corazón, será sepultado el odio, los rencores y habrá sobre
todo, paz en el mundo. Donde hay perdón, hay amor; donde hay amor,
no existe el odio y donde no hay odio reina la Paz. Pido oído y
reflexión a Mis palabras. Amén, amén”. Hazlo conocer. 15/01/89 –
Mensaje 1597
Sed
humildes como el Humilde; dad amor al que sufre; limosna al pobre.
Tened caridad con el hermano y el Señor, que ahonda en los
corazones, tendrá Misericordia de los misericordiosos.” 03/06/88 –
Mensaje 1433.
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