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Catequesis Mariana desde San Nicolas: por el Pbro. Carlos A. Pérez


Todos los días 25 de cada mes en San  Nicolás, se convocó a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país, felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones, fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos, peregrinos en general y misioneros en particular.

María y José, PROTOTIPO DE DISPONIBILDAD:
a) LA PALABRA DE DIOS nos dice: …”yo hago siempre lo que le agrada”
b) LA IGLESIA nos dice: En la anunciación de María se ha abandonado en Dios completamente, manifestando “la obediencia de la fe” y prestando “el homenaje del entendimiento y  de la voluntad “. Ha respondido con todo su “yo” humano, femenino, y en esta respuesta estaban contenidas una cooperación perfecta con “la gracia de Dios que previene y socorre” y una disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo. María que por voluntad del Altísimo se ha encontrado, en el centro mismo de aquellos “inescrutables caminos” de Dios, se conforma a ellos en la penumbra de la fe, aceptando plenamente y con corazón abierto, todo lo que esta dispuesto en el designio divino. Pues si  por un lado, este anuncio confirma el cumplimiento de las promesas divinas de la salvación, por otro le revela que deberá vivir en el sufrimiento su obediencia a la fe al lado del Salvador y que su maternidad será oscura y dolorosa. La fe de María se encuentra con la fe de José, no respondió al “anuncio” del ángel. Sino que acepto como verdad proveniente de Dios lo que ella ya había aceptado en la anunciación. Demostrando de tal modo una “disponibilidad de voluntad, semejante a la e María, en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero. Los Evangelios hablan exclusivamente de lo que José hizo sin embargo permiten descubrir en sus acciones ocultas por el silencio, un clima de profunda contemplación. El sacrificio total, que hizo de su existencia a las exigencias de la venida del Mesías encuentra razón en su indomable vida interior de donde surgen la lógica y fuerza  propia de las almas sencillas y limpias para las grandes decisiones, como la de poner enseguida a disposición de los designios divinos su libertad. Esta sumisión a Dios, que es disponibilidad de animo para dedicarse a las cosas que se refieren a su servicio, no es otra cosa que el ejercicio de la devoción, la cual constituye una de las expresiones de la virtud de la religión. José ha experimentado tanto el puro amor de contemplación de la Verdad, como el amor igualmente puro del servicio.
c) MARIA DEL ROSARIO DE SAN NICOLAS nos dice: Jamás vacileis ante un llamado de Dios, esteis donde esteis. Obedeced al Señor y confiad que El responderá a esa confianza. Dad vuestro si, como lo dio vuestra Madre; acompañad a Jesucristo, a beber de Su Cáliz, abrid las puertas vuestro corazón. José,  mi esposo, el que confío y sin entender, comprendió y se dejo Guair completamente por la voluntad de Dios Padre. Se puso el también a su servicio con un “si” lleno de fe y amor. Como padre adoptivo de Jesús, supo cumplir con el Señor. La oración hace que el espíritu, presente una plena disponibilidad hacia Cristo. Esta Madre, puso toda Su fe en Dios, desde siempre y para siempre. Mis amados hijos: Responded vosotros de la misma manera, con una total entrega, basada en la fe. Recordad que la Madre os lleva al Hijo y que el hijo os lleva al Padre.
d) Para que reflexionemos: Dios que es el Padre, nos invita a reencontrarnos con El y vivir la experiencia profunda, continua y creciente de ser recibidos en su Corazón. Nos pregunta si lo queremos seguir para ir a gozar de su casa. Cuando hablamos de su vida cristiana, solemos quedarnos en lo que es su exigencia, sin advertir la grandeza de la meta en la que somos llamados. Nos escandalizamos por la cruz, que nos lleva por senderos angostos llenos de espinas y piedras que pareciera que no nos conducen a parte alguna; sin embargo, en la oscuridad de la fe, nos encamina hacia la meta suprema: el Padre. Ese ser conducido exige de nosotros, como lo hizo con María, actitud de DISPONIBILIDAD. Que significa estar prontos y dispuestos a aceptar y poner por obra lo que Dios va manifestando como expresión de su voluntad en nuestra vida. Supone actitud de pobreza interior, docilidad, negociación y despreocupación de nosotros y nuestros intereses particulares, para ocuparnos en las cosas de Dios. Estar como la virgen en actitud de contemplación activa. Es decir, contemplando lo que Dios nos muestra y haciendo su voluntad, que no siempre coincide con la nuestra y haciendo su voluntad, que no siempre coincide nuestra. Nada escapa al plan de Dios que es exigente, porque nos quiere similares a El, para hacernos objeto de sus complacencias como a su Hijo. Entonces, aunque no lo entendamos, desde la fe, oscura y desnuda, nuestra adhesión debe ser total y absoluta. Lo que supone que también nosotros, como Jesús, tomemos la cruz y lo sigamos dispuestos a hacer todo lo necesario para la salvación de la Humanidad porque sabemos que en ese Plan, Dios conduce a cada uno con ternura personal del Padre. La disponibilidad es actitud fundamental de servicio que tenemos necesidad de cultivar desde la Oración, dialogo que con Dios nos acerca y descubre la relación de Intimidad entre El y nosotros. Por eso disponibilidad supone ser contemplativos de Dios en lo cotidiano para ver por donde nos muestra lo que quiere y, como María y José, aceptemos enseguida ese plan y lo llevemos adelante. El contemplativo se habitúa a ver a Dios en todos los acontecimientos que lo circulan y a descubrí el secreto mensaje que encierran. Somos llamados a hacernos disponibles para ser enviados a los demás y proclamar, como Jesús, el Anuncio de la Salvación. Servir desde la Palabra, exponiéndola de muchas y diversas maneras: obras de misericordia, predicaciones y catequesis, atención de los enfermos, etc. Como “misioneros” de Jesús y de la Virgen, el Evangelio nos exige y urge una disponibilidad sin limites referida al prójimo, para responder desde múltiple roles, a sus continuos requerimientos demandándonos un estar siempre prontos para dar lo mas y lo mejor que podamos. El “disponible” es  un contemplativo de Dios y testigo de su fe en el servicio a sus hermanos. Mártir dispuesto a morir. No solamente muriendo, sino en ese lento martirio que es ir dando la vida por día. Uno, que comprende que cuando Dios llama a su servicio, quiere purificarnos de las cosas terrenas, para que, dejando a un costado todo lo que molesta, nos quedamos solo con El. Así se deja desarraigar, como árbol que hay que transplantar, y aprende a vivir y ser arraigado como Dios quiere. Se niega a si mismo para asumir las naturales exigencias de este seguimiento. Se despojar de lo que tiene, de lo que mas quiere, quedándose de alguna manera, desnudo como Cristo en la Cruz… Dios es la “Disponible” por excelencia. En el instante en que lo llamamos nos escucha, porque en Su Corazón no hay nadie que sea el monton y toda voz humana es la de un hijo al que quiere atender. (De la meditacion dada por el Pbro. Carlos A. Perez, Rector del Santuario de Maria del Rosario de San Nicolás).








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