Todos
los días 25 de cada mes en San Nicolás,
se convocó a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país,
felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones,
fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que
nos disponemos a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos,
peregrinos en general y misioneros en particular.
PENTECOSTES,
ACCION TRANSFORMANTE DEL ESPIRITU:
a) LA
PALABRA DE DIOS nos dice: Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos
reunidos en un mismo lugar. De pronto vino del cielo un ruido, como el de una
violenta ráfaga de viento, que lleno toda la casa donde estaban. Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego, las que separándose, se fueron posando
sobre cada uno de ellos y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a
hablar en idiomas distintos y los oímos hablar en nuestras lenguas las
maravillas de Dios (Hch. 2, 1-4 y 11), porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por obra del Espíritu Santo que nos ha sido dado.
b) LA
IGLESIA nos dice: El Espíritu es para nuestra época el agente principal de la
nueva evangelización. Será por tanto importante descubrirlo como Aquel que
construye el Reino de Dios en el curso de la historia y prepara su plena manifestación en Jesucristo
(45*). Los cristianos están llamados a prepararse al Gran Jubileo del inicio
del tercer milenio renovando su esperanza en la venida definitiva del Reino de
Dios , preparándolo día a día en su corazón, en la comunidad cristiana a la que
pertenecen, en el contexto social donde viven y en la historia del mundo. Es necesario
que profundicen los signos de esperanza presentes en este ultimo fin de siglo,
a pesar de las sombras que con
frecuencia los esconden a nuestros ojos (46*). Tal profundización catequética
de la fe llevara a que, tiene como misión la de transformar a los que han de
propagar a través de las naciones el lenguaje del Espíritu (***). El discípulo
de Cristo debe guardar la fe y vivir de ella; profesarla, testimoniarla con
firmeza, difundirla: “y seguir (la) por el camino de la cruz en medio de las persecuciones
que nunca faltan a la Iglesia” (1816***). El mártir da testimonio de Cristo, de
la verdad de la fe y de la doctrina cristiana (2473*). La Iglesia es esta nueva
comunión de Dios y de los hombres: unida con el Hijo único (2790*). El Espíritu
Santo, con su gracia, nos atrae al camino de la oración, recordándonos a
Cristo. La Iglesia nos invita a implorar los miembros del pueblo de Dios a un
vivo sentido del valor de la obediencia eclesial (47*). Pentecostés inaugura el
tiempo de la Iglesia, que en su peregrinación al encuentro del Señor recibe
constantemente de El el Espíritu que la reúne en la fe y en la caridad, la
santifica y la envía en misión. El fuego (que) descendió sobre los discípulos
reunidos ese día, simboliza la caridad todos los días al Espíritu Santo
(2670***), cuya unción impregna todo nuestro ser, es el Maestro interior de la
oración cristiana en la Iglesia (2672). Por medio de ella y en ella, nuestra
oración filial nos pone en comunión, con la Madre de Jesús (2673*) para
ensalzar con Ella las maravillas de Dios y confiarle suplicas y alabanzas
(2682***). ( * Mientras se aproxima el Tercer Milenio, C. Apost en preparación
al año 2000).
c) MARIA DEL ROSARIO DE SAN NICOLAS nos dice:
Grandes cosas se producen en estos días, quiero que… comprendan la gravedad que
encierra para el cristiano, el momento actual que se vive en el mundo y tengan
oído solo para Dios (1311). Felices los que son atraídos por el poder de Dios
que es la fuerza universal y felices los que en sus corazones dejan lugar solamente
para El. La oración, ha sido siempre y es en estos días en especial, el único
campo habitable para el cristiano. Estando a mi lado, hijos míos, tendréis
fuerzas, sin excepción les pido: Amor a Dios, oración, conversión.
d) Para que reflexionemos: En la jornada de
Pentecostés se produjo en los Apóstoles una verdadera transformación interior y
conversión de vida: del egoísmo al amor, del pecado a la gracia, de la
debilidad a la fortaleza, de la angustia a la paz, del temor a la audacia.
Después de esta acción transformante del Espíritu en ellos, salen a predicar. Saben que esa
predicación les vas a costar hasta dar la vida por el Evangelio y Jesús,
muriendo por El. El Espíritu quiere llevarnos hasta las últimas consecuencias.
Es frecuente que en la vida apostólica, queriendo hacer lo mejor posible,
choquemos con incomprensiones, ataques difamaciones, calumnias, que haya
oscuridad, aridez en la oración; sensación de fracaso, o de que el Señor ya no
esta. Es parte de la incertidumbre que permite padezcamos para que, orando
perseveramente, nos aferremos solo a El, e iluminados y fortalecidos por su
gracia no dudemos en caminar el sendero que nos va marcando. El mismo no fue
entendido entre los suyos. Su pueblo, beneficiario de toda su acción mesiánica,
lo mato. Sus mismos discípulos y Apóstoles la desconocieron. Se quedo en la
verdadera noche oscura, padeció una espantosa sensación de soledad, aun la del
abandono del Padre que da lugar a que pasemos por la oscuridad de la duda, para
que busquemos la luz del Espíritu y en esos momentos, precisamente, el demonio
va tentarnos para que reneguemos de Jesús. Eso significa ser probados. Ser
llevados por el camino estrecho del Evangelio que no es tan fácil ni cómodo. El
Espíritu Santo nos va a mostrar que la obra de Dios exige respuestas de nuestra
parte: ORACION, TESTIMONIO, DISPONIBILIDAD, INMOLACION, Y ANUNCIO DEL
EVANGELIO. Es lo que hicieron los Apóstoles.
Son testigos de un Cristo Crucificado,
y en este testimonio inmolan su vida. Terminan siendo mártires. El Señor
permite fallas y dificultades, pero sigue enviándonos. Somos anunciadores y
proclamadores de La Palabra. El Espíritu engendra en nuestra vida la capacidad
de amar, de relacionarnos; produce en cada uno de nosotras distintas cualidades
y carismas para la edificación del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Es el
gran hacedor de la unidad que es santidad porque muestra la ausencia de
egoísmos. Es el amor que en la Iglesia une a los creyentes con Cristo y entre
si. En la Espiritualidad y misión que María engendra en San Nicolás se destacan
fundamentalmente : el llamado a la Oración, a la Conversión y a Evangelizar en
la Palabra haciéndola fuego de nuestra vida; y que el pedido de Consagración a
su Corazón Inmaculado no quede en un hecho personal cerrado, sino que se
proyecte en acción misionera al universo. San Nicolás es un lugar de
manifestación divina y de gracia especial que el Señor quiere que se expanda
por todas partes, por eso la Iglesia ha conducido el acontecimiento con la
sabiduría del Espíritu.
“VEN ESPIRITU SANTO, LLENA LOS CORAZONES DE TUS
FIELES Y ENCIENDE EN ELLOS EL FUEGO DE TU AMOR”
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