Todos
los días 25 de cada mes en San Nicolás,
se convocó a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país,
felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones,
fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que
nos disponemos a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos,
peregrinos en general y misioneros en particular.
El Espíritu Santo, La gran
promesa de Jesús
Tema XLVIII: EL ESPIRITU SANTO, LA GRAN PROMESA DE JESUS
(Lc. 24, 49) (2º Mist. Glorioso)
a) LA PALABBRA DE DIOS nos dice: Ahora yo voy a enviar
sobre ustedes al que mi Padre prometió (Lc. 24, 49); les enviare, desde el
Padre, el Espíritu de la Verdad ,
que procede del Padre. Y ustedes también hablaran en mi favor (Jn. 15, 26)
b) LA
IGLESIA nos dice: La Resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto
es una intervención trascendente de Dios mismo en la creación y en la historia.
La acción del Espíritu ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la ha
llamado al estado glorioso de Señor (648*), es el principio de nuestra propia
resurrección (658*). Cristo afirmo antes de su Ascensión que aun no era la hora
del establecimiento glorioso del Reino esperado
que debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia,
del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es del Espíritu y del
testimonio, pero también marcado por la “dificultad” y la prueba del mal que
afecta también a la iglesia e inaugura los combates de los últimos días. Es un
tiempo de espera y de vigilia (672*). (En) los textos proféticos que se
refieren al envío del Espíritu Santo, Dios habla al corazón de su Pueblo en el
lenguaje de la Promesa ,
con los acentos del “amor y fidelidad” (715*). Solamente cuando ha llegado la
hora en que va a ser glorificado, Jesús promete la venida del Espíritu Santo,
ya que su Muerte y su Resurrección serán el cumplimiento de la Promesa hecha a los
Padres. El Espíritu de Verdad, el otro Paráclito, será dado y enviado por el
Padre en virtud de la oración de Jesús y en su nombre. El Espíritu Santo vendrá,
nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para siempre; nos lo enseñara y
recordara todo lo que Cristo nos ha dicho y dará testimonio de El, nos conducirá a la verdad completa y
glorificara a Cristo. En cuanto al mundo, lo acusara en materia de pecado, de
justicia y de juicio (729*). Jesús entrega su espíritu en las manos del Padre
en el momento en que por su Muerte es vencedor de la muerte. A partir de esta
hora, la misión de Cristo y del Espíritu se convierten la misión de la Iglesia (730*). Este espíritu
único e indivisible lleva por si mismo a la unidad a aquellos que son distintos
entre si, y hace que todos aparezcan como una sola cosa en el; lleva a todos a
la unidad espiritual.
c) MARIA DEL ROSARIO DE SAN NICOLAS nos dice : Os
hablo como Madre que quiere de sus hijos , la renovación del espíritu, la
docilidad del espíritu , la verdadera disponibilidad del espíritu ( 1491); que
en este tiempo de violencia quiere traer Paz(1398). Que la esperanza se
mantenga viva en vuestros corazones (1803). ¡El Señor, es la Esperanza , la Vida ! (1409). Vivid, llenos
de humildad (638). Fortaleced vuestra fe, y el Espíritu Santo se derramara de
tal manera, que sintiereis que Cristo vive en vosotros (717). El amor perfecto
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, os quiere purificar (1658). Id al
amor de Dios con nuestros ofrecimientos, vuestro abandono, vuestra confianza
(1610), (y con) intensa oración (1135). Solo la oración, suple al sufrimiento
(1525). Amados hijos, orad, para que la luz perfecta del Espíritu Santo, se
derrame sobre los hombres (877). Vivid la comunión de todos los Santos. Uníos a
ellos por medio de la oración (1546).
d) Para que reflexionemos: El Espíritu Santo es
fruto de la Cruz ,
porque allí santifico el dolor de Cristo en el sacrificio del Amor. Otros de
los dones del Espíritu Santo son la alegría y el gozo porque el Señor nos
redimió. La alegría de vivir esa Redención es lo que nos produce el gozo. A
nosotros el dolor nos purifica y nos ayuda a completar “lo que falta a la Pasión de Cristo” (Col.1,
24). Ahí es donde nosotros tenemos que captar el gozo de la alegría de ofrecer
el sufrimiento por el Señor con su significado de purificación. Pascua es
además tiempo de Esperanza, porque si el Espíritu Santo resucito a Jesús, así
nos va a resucitar también a nosotros.
El Espíritu Santo es el gran regalo que el Padre nos hace después de la Ascensión de Jesús en el
Cielo. Es la Gran Promesa
de Jesús. Es Aquel que reparte sus dones a cada uno, y va creando la “comunión
“entre todos, que es difíciles imposible por las solas fuerzas del hombre; pero
que en la medida que el Espíritu Santo actúa se empieza a producir y es posible
de alcanzar. El Espíritu es como el alma en el cuerpo. Loa miembros del cuerpo
de la iglesia somos nosotros, Jesús la cabeza, el Padre el que le da el origen
y el Espíritu el que lo anima , dando a cada uno un don en relación con el don
de otro y así hace posible la “comunión”. El Espíritu da a María una misión muy
especial: que sea la protagonista vocero de su Hijo, para que todos descubramos
al Señor en su Corazón de Madre. La envía a aparecerse aquí, o allá, y como no
se contradice, en cada Manifestación se enriquece su acción. Dios es uno y
María es una. También, nosotros muchos, tenemos que serlo en Ellos, para ser
imagen de la Trinidad
en la comunidad. Como misioneros, tenemos que ser testigos y gestores de
Esperanza y “comunión” entre la gente, porque eso es lo que hace el Espíritu y
nosotros somos sus instrumentos. Este es un momento humanamente muy duro y Dios
lo esta utilizando para una creciente purificación de cada uno de nosotros y
del alma humana. Al Señor, le interesa que seamos felices en la tierra, pero la
felicidad será en la medida en que la hayamos canalizado hacia el Cielo. ¿Qué
ganamos con estar muy bien en la tierra, si nos condenamos? ¿Qué importa si hoy
el Señor nos quita la vida, si esa vida sirve para que otros se salven? En la
historia de la Salvación ,
Dios da gracias suficientes para que nos convirtamos en profundidad, y después
nos pide cosas muy grandes para que se conviertan otros. Esa es la labor
eminentemente misionera de todo auel que quiera ser en verdad fiel a Jesús
desde el Corazón de la Virgen ,
Somos “instrumentos de Redención”. María nos pide que en dimensión de
Consagrados, le entreguemos el corazón, la vida y extinción misionera. Que no
nos quedemos dentro de nosotros, sino que explayemos a todas partes posibles,
este mensaje y esta verdad de vida. Viene a decirnos que cuando nosotros
callamos, de alguna manera también estamos haciendo callar a Dios. El amor al
Padre, ne servicio a los hermanos, por eso es necesario volver a Dios de todo
corazón, cambiando nuestras actitudes egoístas y mezquinas que no hacen visible
a ese Dios crucificado por amor. Es el gran tiempo de la Oración , porque la Oración es algo totalmente
solidario, y el Espíritu Santo llega en la medida que le abrimos el Corazón.
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