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CARACTERISTICAS DEL ACONTECIMIENTO MARIANO DE SAN NICOLAS:


HACIA UNA ESPIRITUALIDAD MARIANA Y MISIONERA

MARÍA ARCA DE LA ALIANZA
Dios crea al hombre y hace alianza con él en el Paraíso. Por causa del pecado, el primer hombre destruyó este pacto de amistad con Dios y el Señor compadecido de su extravío le promete una alianza nueva para lo cual elige un pueblo con el que realiza sucesivos pactos preparatorios para la llegada del Mesías.
En tiempos de Noé, Dios le hizo construir un arca para que todos los que ingresaran en ella se salvaran del diluvio.
En medio del pueblo, el Arca de la Alianza, conteniendo las Tablas de la Ley, aparece como el signo y el lugar privilegiado de la presencia de Dios salvando a su Pueblo y haciendo un llamado para que el pueblo recuerde su dependencia del Creador y su exigencia de fidelidad.
Aparece Cristo en su primera venida en la plenitud de los tiempos, inaugurando el último periodo de la historia de la humanidad e iniciando la preparación de su segunda venida, de este modo funda en Jesucristo una nueva Alianza, con María y por María. Por Ella y con Ella, realizó la Encarnación y quiso su presencia al pie de la cruz donde la dio por Madre a los discípulos, costándole a Ella nuestra filiación, verdaderos dolores de parto.
María es la Nueva Arca de la Alianza (cfr. Apoc.11,19). Así la reconoció el Ángel de la Anunciación (cfr. Lc.1,35). Así la reconoció también Isabel (cfr. Lc. 1,39-56). El arca de madera de la antigua alianza, era un símbolo profético de la presencia de Dios y un llamado al pueblo para que recordase que necesitaba de Dios. Esa profecía se cumple con María.
María es, en efecto, una morada de Dios hecho hombre para una Alianza Nueva, la Alianza de los últimos tiempos. Ella es Arca de la Alianza Viviente.
El Ángel Gabriel la pone en conocimiento de su misión como Arca de la Alianza Escatológica, retomando literalmente los conceptos del Éxodo referidos al momento en que Dios vino a habitar la primera Arca de la Alianza (Lc. 1,35 Ex40, 34)
Los profetas, especialmente Sofonías (Sof.3) anunciaban una nueva Arca de la Alianza para los últimos tiempos, que era un Ser vivo, una mujer , la hija de Sión, personalización ideal del Pueblo de Dios. No era una personificación pueramente simbólica sino real, ya que en María se realiza la perfección del pueblo. María es Iglesia. El ángel retoma las palabras de Sofonías.
María es el Arca viva de la Alianza Viviente que da a luz a Dios en medio de su pueblo. Esto constituye un prodigio nuevo e inusitado. El verbo se hizo carne y habitó (esquénosen) como habitaba en el Antiguo Testamento, en el Arca. Cuando Lucas refiere la visita de María Santísima a Santa Isabel, se basa en el relato del traslado del Arca, cuando David la llevaba a Jerusalén (cfr. 2Sam. 6,1-23). Así mostraba que María cumplió plenamente el misterio del Arca de la Alianza y en ella se realizó la subida de Dios hacia su Ciudad Santa.

RESTAURACIÓN DE LA ALIANZA
Como tantas veces en el Antiguo Testamento en que el Pueblo elegido se prostituía y era infiel a la Alianza, también ahora la humanidad ha quebrado ese pacto de amor con Dios, olvidándose del Señor y entregándose al pecado. Signos de esta ruptura con Dios en el hombre de hoy, son la desacralización, el materialismo, el consumismo, la inmoralidad generalizada; dicho en otros términos, el hombre ha caído en las mas variadas formás de idolatría, dando las espaldas al Único Dios
En esta grave situación, de una manera kairológica y exhortativa, reaparece el Plan del Salvador de Dios que quiere rehacer la Alianza Nueva, instaurada en Jesucristo. María es enviada para ello por un especial camino de la providencia. Ella nos trajo a Jesucristo y sigue trayéndonos al Señor, especialmente cuando la oscuridad de los distintos momentos de la historia intenta opacar el rostro de su Hijo.
La presencia de María en San Nicolás ejerce el protagonismo propio del Arca de la Alianza y crea un lugar de Gracia, una nueva Jerusalén, a ciudad de Dios en la Tierra Prometida. María actúa cumpliendo su misión como Nueva Arca de la Alianza, a orillas del Paraná, para restaurar la morada de Dios en medio de su pueblo. También al modo del Arca de Noé, pero esta vez en tierra firme, ofrece su salvación a todos los que ingresen en ella. El Santuario es signo de esta Arca y la Imagen de María Santísima con el Niño Jesús en su brazos es el signo claro de la presencia de María que nos ofrece a su Hijo, el Sol de Justicia, el Salvador de los hombres, el Restaurador de la Alianza.

SIGNOS DE ALIANZA Y EXIGENCIAS

Signos de Alianza
Existen clásicos signos de alianza que Dios quiere restablecer con y por María
Se produce la elección de un Pueblo, que es la Argentina, llamada a ser el Nuevo Israel de Dios, desde el cual María llamará a todos los hombres a la conversión de sus vidas.
María elige la ciudad de San Nicolás, que al modo de una Nueva Jerusalén será la ciudad sede del gran acontecimiento salvador.
María pide un Templo en su honor, para glorificar a Dios y como centro de especiales gracias de salvación y constante llamado a la conversión y a la santidad en favor de sus hijos.
La Imagen de María, entregándonos al Hijo, la representa como Arca Viva de la Alianza, que da a luz a Dios en medio de su Pueblo.
Una medalla con la efigie de María y el signo Trinitario, nos recuerda al llevarla sobre el pecho, que somos pertenencia de Dios en Jesucristo y María es el instrumento más perfecto para vivir esa dependencia del Señor.
El Rosario es un vínculo privilegiado de unión con Dios a través de María; un camino de oración que al modo de los salmos, se convierte en la gran oración del Pueblo sencillo.
El Resto fiel; a pesar de las graves dificultades actuales, que atentan contra la Fe, también hoy un resto persevera en la Fidelidad a Dios; y por la total entrega de sus vidas, que Dios consagró para sí en el Bautismo, estas personas son semilla de una alianza definitivamente renovada.
Exigencias morales de la Alianza: Como en toda alianza existen claras exigencias de orden moral, cuyo cumplimiento será la expresión de nuestra fidelidad al Señor.
Una exigencia de fe en la palabra revelada.
Una exigencia de conversión y de vida sacramental.
Una exigencia de vida apostólica en el seno de la Iglesia del Señor.
Una exigencia de caridad fraterna cuya meta sea la comunión en Jesucristo, llena de gestos de misericordia espiritual y material.
Una exigencia de vivir las virtudes cristianas animadas por el amor, en una creciente aspiración a la santidad.
Una exigencia de vivir en forma profunda la vida de oración, poniendo especial énfasis en la centralidad eucarística y en la oración de alabanza y reparación, descubriendo como gran camino de oración y de contemplación , la riqueza del Santo Rosario.
Una exigencia de vivir la consagración al Corazón de María , como Arca de Salvación y Camino de Santidad para sus hijos.

EL SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA EN EL MISTERIO DE LA ALIANZA
María Madre de todos los hombres, desde la cruz de su hijo, Maestra de la fe en el caminar de la Iglesia, Modelo de virtudes, Ejemplo de oración y de contemplación, Humilde Servidora del Señor y de sus hijos a quienes gestó con verdaderos dolores, Estrella de la Evangelización, Arca de la Alianza Viviente, nos ofrece el ámbito del Sagrado Corazón como camino de salvación y de santidad. La alianza es un regalo que Dios nos da por puro amor; el Corazón de María, expresa visiblemente las maravillas del amor del Padre y la total gratuidad de su alianza.
Su Sagrado Corazón contiene y expresa el amor infinito que Dios es capaz de depositar en una creatura y por lo mismo es admirable objeto de contemplación. La Santísima Trinidad reside en su corazón como Yavé en el Arca de la Alianza. El Espíritu Santo, Amor Personal del Padre y del Hijo encuentra en el Corazón de María su más preciada sede. El Hijo de Dios antes que en su Seno fue engendrado en su Corazón Virginal por la fe.
Desde ese Corazón Dios elige mostrarnos su infinito Amor de Padre, que encierra las riquezas del amor de la maternidad, al entregarnos la salvación en Jesucristo, Alianza Viviente nacido de María. Así como María es el Arca de la Nueva Alianza porque encierra realmente a Jesús, su Corazón es el Arca de la Alianza donde sus hijos somos engendrados, alimentados, protegidos y desde el que somos dados a luz en medio del pueblo, para ser en cuanto hijos, misioneros de María que proclaman por todas partes el Misterio de Cristo, un Misterio de Amor y de Salvación.
El Corazón de María, Arca de la Nueva Alianza, refugio, fortaleza, descanso, auxilio, invita a sus hijos a consagrarle sus vidas para que a través de Ella el Padre Celestial nos haga vivir la consagración bautismal por la que El nos hizo hijos en su Hijo. A través de su acción pedagógica María lleva a sus hijos consagrados, a descubrir a Cristo en su Iglesia, enseñándoles a cumplir todo lo que Él les ha mandado. Desde este modo conduce a las fuentes de la Vida Cristiana: la Palabra de Dios y la Tradición, de las cuales el Magisterio de la Iglesia es fiel custodio e intérprete.
Como sencillo sendero de reencuentro con las fuentes de la Gracia, María nos invita a recorrer los tradicionales caminos de la religiosidad popular, que tan hondamente han marcado la piedad de los fieles. En este Hecho de San Nicolás, tanto en la Pastoral del Santuario cuanto en la proyección misionera que se expande del mismo, surgen claros elementos misioneros que ofrecen un campo de acción pastoral muy vasto, abriendo todo un horizonte de renovación espiritual para los fieles.

BASES PARA UNA ESPIRITUALIDAD MARIANA y MISIONERA
Todo el fuerte movimiento devocional mariano vivido en San Nicolás a la luz de la Alianza en plena etapa de restauración, y con una presencia especialmente providencial de María, Arca de la Nueva Alianza, hace surgir la necesidad de dar una adecuada respuesta pastoral al Pueblo, a quien Dios quiere conducir por este camino realizado por y con María.
Una atención especializada exige en primer lugar la presencia de misioneros, Sacerdotes, Consagrados y Laicos, que en torno al misterio de María, y consagrados totalmente a Ella sintonicen con Su Obra en San Nicolás y sean realmente instrumentos de alianza entre los hombres, viviendo del amor de su Corazón y mostrándoselo a sus hermanos, para que ellos hagan alianza con Dios en Jesucristo.
Surgen como lógica consecuencia de la misión que María protagoniza en San Nicolás, las bases de una espiritualidad mariana, que a la vez que enriquece el corazón de sus hijos, urgiéndolos a la santidad, los orienta eficazmente para el servicio que las necesidades pastorales señaladas exigen, hacia el interior del Santuario, o hacia el exterior del mismo como una necesaria proyección.
Estos hijod desde una vida orante y fraterna ejercerán con corazón de misioneros todo el servicio que esta nueva realidad exige, viviendo su condición de hijos del Sagrado Corazón de María y misioneros de su Obra para la Iglesia del Señor. Deberán estar vitalmente enclavados en cada Iglesia Local, que desde este Hecho, todas ellas acrecientan su caudal evangelizador. Serán misioneros llevando los hombres a Dios, o entregando a los hombres que vengan al Santuario sedientos de Dios, el agua de la Fe, y el pan de la Palabra.
La raíz de esta espiritualidad mariana está en la Consagración al Sagrado Corazón de María como camino propio de santificación, acentuando la dimensión maternal de María sobre sus hijos, esta consagración implica aceptar que sea María quien lleva a sus hijos a vivir las grandes exigencias bautismales que el propio Señor exige de sus hijos a partir del momento en que El nos consagró para Sí.
La Consagración al Sagrado Corazón de María, Arca de la Alianza, en el seno de una nueva comundad implica que sus miembros se dejen forjar por Ella que fue la encargada de formar el corazón de Jesús, Pastor del rebaño del Padre. Los cristianos misioneros imitarán a Cristo, viviendo en la diaria entrega exigida por la caridad, dando el testimonio de su vida, buscando imitar la humildad y mansedumbre del Corazón del Salvador, que se convierte en signo visible del amor del corazón del Padre. El Espíritu Santo en el corazón de María seguirá formando hoy en cada misionero una prolongación del Corazón de Cristo, Testigo del Padre.
Esencialmente, María dará a sus hijos un corazón lleno de entrañas de misericordia, indispensable para estar siempre disponibles a las diversas formas de pobreza encarnada en los hombres. El Santuario como representación visible de la presencia de María y expresión de su Corazón maternal es Arca de Alianza, recibe a todos sus hijos y brinda especial receptividad a los que llegan más enfermos, pobres, pecadores, inseguros, abatidos. De una manera especial en la meditación atenta de la Palabra, y en la alimentación eucarística, María logrará en sus hijos esta formación si encuentra docilidad a su gracia, mucha oración y capacidad contemplativa.
Esta consagración a María, marca una serie de exigencias que son de vital importancia para cada uno de sus hijos y para la Iglesia en su conjunto si quiere responder a la doble misión de santificar a sus miembros y dar una seria respuesta a los peregrinos del Santuario y a quienes se dispongan a misionar en todas partes, llevando a Cristo a través de María.
Se buscará vivir una creciente experiencia de fraternidad que tiene su raíz en el bautismo y en repuesta al mandato del Señor "Ámense unos a otros como Yo los he amado", teniendo como meta de ese amor la unidad a la que somos llamados por el mismo Señor cuando ruega "Padre, que todos sean como Tú y Yo somos Uno".
Esta vivencia del amor hará creíbles a los consagrados ante los demás: "En esto conocerán que sois mis discípulos".

ESPÍRITU QUE ANIMARA LA VIDA Y LA TAREA APOSTÓLICA DE LOS CRISTIANOS Y MISIONEROS.
(A la luz del misterio y de la vida de la Santísima Virgen)

Como hijos del Sagrado Corazón de María, Arca de la Alianza, los misioneros anunciarán la presencia exigente del Reino, convocando a los hombres a la fe y a la conversión. Al modo de María, con Ella y por Ella ofrecerán el don de la alianza con Dios en Jesucristo, invitando a aceptarla en el corazón y en la vida y prolongando la acción de Cristo la celebrarán sacramentalmente.
Serán claros predicadores de la Palabra de Dios y testigos de esa Palabra; al modo de Juan, dirán también ellos: "Les anunciamos lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos tocado con nuestras manos". Y al modo de María en Belén entregarán a los hombres la Palabra hecha Carne. Serán servidores humildes de toda la Comunidad Eclesial. A semejanza de María serán sinceramente conscientes de la condición de pequeños servidores del Señor, disponibles en todo a su Voluntad.
Vivirán las exigencias cristianas desde la consagración a María, y desde los elementos carismáticos del acontecimiento de San Nicolás donde Ella reaparece en su condición de Arca de Alianza ofreciendo su Corazón salvador como seguro camino hacia Cristo.
Claros elementos misioneros están presentes en este Hecho de Alianza que deben ser desentrañados y están llamados a alimentar fuertemente su espiritualidad misioneray su actividad apostólica. En este Hecho el cristiano al modo de María en Nazaret donde María reitera su Si con proyección universal y el cirristiano lo pronuncia juntamente con Ella, para que el Verbo de Dios, la Palabra, también se haga carne en su corazón, y pueda luego darlo a conocer a los demás.
El Santuario es el primer lugar para desarrollar el la labor misionera enmarcada en esta espiritualidad mariana, a través del cual María da a Jesús, por ser como Belén la cuna de una especial gracia de María; allí a modo de peregrinos se sucedieron los pastores, los dueños del albergue, los vecinos del pueblo, los magos del Oriente. Por tanto el lugar natural del desarrollo de este carisma es el Santuario, lugar de incesantes peregrinaciones.
Pero el Santuario no es el único lugar para desarrollar este carisma apostólico. También en otras estructuras misioneras es viable encarnar el servicio eclesial que los elementos carismáticos misioneros de San Nicolás ofrecen.
Al modo de María que se trasladó evangelizadoramente a la casa de Isabel y ante la presencia del Verbo, Juan quedó justificado.
María es recibida por cada hijo en su casa como lo fue por Juan en su corazón, en su vida, viviendo con Ella una especial intimidad filial. Al modo del diálogo de María con Juan, también los cristianos que llevan a su casa a María dialogarán con Ella frecuentemente sobre el misterio, el amor, el designio de su Hijo y nuestro Redentor. De ese modo el Corazón de María será como un oratorio donde meditaran la Palabra de Dios y contemplarán el misterio de Cristo, y los acontecimientos que Dios utiliza para hablar. Así, como María y con Ella guardara cada misionero en su corazón lo que observa y lo meditará en toda su profundidad. La oración personal y comunitaria realizada en María y con María, les enseñará a ser dóciles a la Madre en la fidelidad al Hijo.
Existirá en sus vidas una experiencia comunitaria como la mejor expresión de fraternidad evangélica, especialmente fecunda para la evangelización seriamente exigente en orden a la santidad personal, claro testimonio de la vida de Cristo entre los suyos. Al modo de María que siempre vivió en familia adoptarán esta opción evangélica muy claramente marcada, por Jesús cuando envió a los discípulos de dos en dos, para que en el amor fraterno hicieran creíble la fuerza de la predicación. María que hizo de Juan su hijo, nos hace hermanos y quiere que en torno a Ella vivamos con sencillez y profundidad nuestra fraternidad, clarísima expresión de una alianza realizada. Somos gestados en el Corazón de María como Cuerpo Misionero y así Ella nos entrega al mundo.
Inmersos en el Sagrado Corazón de María, Arca de la Alianza, al modo del Verbo en su seno virginal vivirán en la consagración a María la más perfecta entrega a su providencial designio de salvación, no adelantándose a la hora de Dios, dejándose llevar por la Madre, esperando en oración con inmensa confianza las distintas manifestaciones de la Voluntad Divina. La oración, la confianza, el abandono, son grandes caminos frente al misterio creído y adorado pero no comprendido. Como María dirán todos los días su Sí al Señor hasta las últimas exigencias.
Vivirán la clara conciencia de su llamado a la inmolación, identificándose con Cristo Víctima, sabiéndola a María al pie de la cruz, que vive en el dolor de nuestra agonía, el prolongado precio de su fecundidad maternal y nos invita a no dejar de sufrir hasta que el Padre nos llame.
También debemos pensar en la hora de la cruz que al modo de Juan estamos junto a María de pie, contemplando la muerte del Señor y participando activamente de ella para recibir hoy, en favor de todos los hombres, el regalo de la Maternidad de María, como regalo de Alianza que Dios nos hace, introduciéndonos en ese momento en el Corazón de su Madre, Arca de Salvación. También en ese instante en nosotros, está la actual humanidad representada; todos los hombres en nosotros, verán que la que nos fue dada por Madre es la Madre de ellos. En nombre de todos la hemos asumido y la llevamos a nuestra casa.
Dos grandes misterios vive Juan allí; la adoración a Cristo redimiéndonos en su muerte, misterio que el cristiano habitualmente adora en la Sagrada Eucaristía y la consagración a María como hijo que le entrega las llaves de su corazón y de su casa.
Exigirá esta consagración a María, una opción definida en favor de todos los que sufren diversas formas de necesidad espiritual y corporal. El cristiano misionero tendrá la sensibilidad de María en las Bodas de Caná para descubrir anticipadamente el dolor que aflige a sus hijos, y su capacidad de mediación para todo tipo de necesidad; siempre estará disponible a sus hermanos como consecuencia de la docilidad al Espíritu Santo y como expresión de la limpieza de su corazón. "Felices los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". El cristiano limpio de corazón conocerá al Padre y descubrirá la exigencia de los hijos.
María nos lleva a esta pureza de corazón de la cual es perfectísimo modelo.

EXIGENCIAS PASTORALES PLANTEADAS POR LA PRESENCIA DE PEREGRINOS
Nos encontramos frente a la realidad de un nuevo Santuario en honor de María del Rosario, que posee características carismáticas propias: Existe una Imagen Milagrosa, que atrae a miles de peregrinos y tiene una fuerte historia en San Nicolás; en efecto, esta Imagen fue bendecida en Roma por el Papa León XIII y traída a la Iglesia parroquial de San Nicolás, en ocasión de inaugurarse dicho templo en 1884. A partir de ese momento y durante varias décadas, ocupó el lugar central del Retablo principal de la Parroquia, que actualmente funciona como Catedral.
Surgen especiales manifestaciones de María, y mensajes exhortativos, que recorren el país y el exterior llamando a la fe y a la conversión. La respuesta de tantos peregrinos a este llamado, exige una oportuna dedicación. Se producen frutos espirituales muy variados; entre ellos, en forma ininterrumpida, continuas peregrinaciones que deben ser atendidas.
Se ha ido creando en torno a este acontecimiento, conducido pastoralmente por el Obispo y sus sacerdotes colaboradores, un creciente clima de oración, que en torno al Santo Rosario y desde él, invita al peregrino a culminar su peregrinación, en un serio encuentro con Cristo, Palabra y Sacramento del Padre, escuchando con docilidad la Palabra y viviendo de la Gracia Sacramental. La participación en el misterio de la Eucaristía es el centro indiscutible, al que convergen todas las expresiones de la piedad popular. Esta centralidad Eucarística, además de mostrarse en las misas de cada día y del día 25, especialmente en la misa del campito que es como el broche de oro de la procesión, también se pone de manifiesto en la Adoración Eucarística de los días viernes y domingo y en el Retiro mensual del primer viernes de cada mes, donde la participación de fieles marca el natural interés por vivir el misterio de la fe en las fuentes de la gracia.
Se busca conocer detrás de los Hechos de San Nicolás, la enseñanza catequística que encierran y a la que María conduce por el ministerio de la Iglesia. Esto exige una profundizada catequesis de la Palabra de Dios que haga descubrir dicho contenido de fe.
Se expresa en el gozo festivo de la liturgia diaria, dominical y mensual (día 25 y la novena preparatoria), la oración de Alabanza y Acción de Gracias, la humilde súplica y el pedido de perdón de los pecados, como también la oración reparadora. Todo crea en el Santuario un verdadero ámbito de oración que debe ser constantemente orientado y alimentado, por una adecuada pastoral litúrgica y devocional. Dígase lo mismo de los lugares misioneros, donde María del Rosario es Venerada y convertida en camino de Evangelización que nos lleva a Cristo.
Se constata la continua presencia de peregrinos enfermos, afligidos, pobres en el orden material o en el orden moral, confundidos o desalentados espiritualmente. Toda esta realidad habla de la necesidad de una atención espiritual más personalizada, y de crear respuestas, en el nivel de las necesidades. Aquí será oportuno el ministerio de la caridad que trate de resolver los reclamos que más urgen.
Con mucha insistencia se ha ido encontrando un marcado interés en vivir la respuesta a Dios en el marco de la Consagración al Sagrado Corazón de María; se constata la enorme importancia de profundizar en este camino al que tantas personas quieren tener acceso, como especial modo de responder al llamado de Dios a la perfección en el ejercicio de las virtudes cristianas.
La proyección del Hecho Mariano, fuera de San Nicolás; los grupos de oración y evangelización que se van formando; la inquietud de tantos peregrinos por dar una seria respuesta a Dios a través de María, crea una necesidad de dar adecuada respuesta desde el Santuario a los devotos de María, que en su propio lugar de origen quieren servir a la Iglesia movidos a la Evangelización por este Hecho de gracia y desean ser ayudados a responder a esta misión.
Pbro. CARLOS A. PÉREZ
Rector del Santuario

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