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Catequesis Mariana desde San Nicolás: Por el Pbro. Carlos A. Pérez


Reflexiones a los peregrinos y misioneros de María: LA CONVERSION – San Nicolás 25/03/99


Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa, Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido." (Lc. 19, 1-10)
1 - María no precisó convertirse, por eso mismo, su "si" a Dios fue inmediato, nació de un corazón puro; captó el Plan de Dios aunque no lo entendía y se convirtió en modelo del convertido en cuanto a que en Ella aceptamos la obra maestra del Espíritu.
María nació sin necesidad de conversión..., el Evangelio nos habla y nos llama a recorrer el camino de regreso a la Casa del Padre, el camino de la Conversión. Muchos habrán leído el libro del "regreso del hijo pródigo"; con mucha riqueza nos habla del itinerario de la vuelta; que implica adquirir un corazón de pobre que es la experiencia a la que nos llama nuestra vuelta a la Casa del Padre.
Jesús se fue a alojar en la casa de un pecador, pero antes Jesús quiso alojarse en el seno virginal de María; fue su primera casa, el seno virginal de María. Ella, en nombre de todos nosotros pecadores, lo recibe en su casa. Jesús elige la casa más perfecta, más santa que El mismo había creado. A partir de allí María nos lo entrega para que llegue a nuestra casa de pecadores, pero llegue con su gran capacidad de santificar, perdonar y de reconciliar.
2 - La Conversión, si nosotros vemos el caso que hemos leído recién, tiene un punto clave que es el encuentro; el encuentro con Dios y el encuentro consigo mismo; el Señor se encuentra con Saqueo, lo llama, lo invita a prepararle su casa, y Saqueo hace un balance de si mismo, y se encuentra consigo en su interior, luego de haberse encontrado con Jesús. Se preguntó, se sintió interpelado y se descubrió pecador. El es el primero en reconocer que Jesús no podía ir a su casa: nosotros cuando comulgamos decimos: "No soy digno de que entres en mi casa, pero basta que digas una palabra y sanaremos". Saqueo es el primero que..., reconoce su gran pobreza e indignidad.
Fruto de este reconocimiento, se da en él una especial apertura de corazón, que le permite recibir al Señor, escucharlo, dejarse enseñar, dejarse conducir; el encuentro consigo es fruto del encuentro con el Señor.
Jesús fue entrando en su corazón, primero entró en su casa pero después gradualmente fue entrando en su corazón hasta que Saqueo no soportó más, e imitó a la Virgen, después de la Encarnación que, de algún modo desbordaba de tanta gracia y tuvo necesidad de ir a comunicarse con Isabel; para hacer entre ellas un diálogo misionero, digamos así, compartiendo al Verbo Encarnado.
Saqueo de una manera similar vive la experiencia de la gracia, de la presencia de Jesús, cuando dice: "Daré a los pobres la mitad de mis bienes, a los que he robado les daré cuatro veces más". Jesús escuchándolo dijo: "Hoy entro la salvación a esta casa". Diríamos, con las palabras del papá del hijo pródigo: "Este hijo mío estaba muerto y ha resucitado".
3 - Ojala nosotros tengamos siempre hasta que el Señor nos lleve a su Gloria esta actitud. Todos los días nos equivocamos. "Siete al día veces peca el justo", de un modo o de otro, todos los días; aquel que crea que no se equivocó haga un examen de conciencia muy profunda: nos equivocamos queriendo o sin querer, pero es muy normal a nuestra vida el error, somos falibles.Y esto es lo que tiene que hacernos llegar a un gran conocimiento de nosotros mismos; somos muy pobres, muy frágiles.
Cuando somos misericordiosos entendemos que el hermano es falible y nos convertimos en cierto modo en el padre del que se equivoca; somos el padre del que se equivoca y no el fiscal acusador.
Cuando reconocemos, nuestra pobreza, de allí vamos necesariamente al encuentro con el único que no se puede equivocar, el que nos dio la vida, el Padre; sentimos junto al vacío de estar lejos de Dios la enorme necesidad de estar con Él. De dejarnos llenar por Dios, de dejarnos plenificar por Dios.
A esto somos llamados. El Señor utiliza claramente todos los elementos de nuestra vida e incluso el pecado para que salgamos de el y nos encontremos con su amor de Padre. Tanto más deseado cuanto mas olvidado, podríamos decir.
Tanto más reclamado por nuestro corazón cuanto por momentos más se oscureció la visión del Padre en nuestra vida. Entonces si somos conscientes de todo lo pobres que somos, no para angustiarnos, no para desalentarnos o deprimirnos sino para un conocimiento realista de nosotros, volveremos al Padre de una manera nueva y única y de un modo creciente. Viviremos en su casa cada vez con mayor gozo, no como el pródigo, cada vez más aburrido, antes de irse de su casa, sino cada vez más contentos de estar en la única casa donde vale la pena estar.
Eso el pródigo lo descubrió después cuando volvió a la casa, encontró que siempre hay algo nuevo en esa casa en el marco del amor del padre, pero antes no lo había descubierto. Antes, todo era rutinario y tedioso.
Nos puede pasar a nosotros en la Oración, en lo apostólico, en las tareas domésticas y diarias, luego de vivirlas mal, descubrimos el modo de volver al Padre haciendo lo mismo pero como Dios lo quiere. Y como consecuencia de esa vuelta al Padre se dará después el otro paso que es el reencuentro con los hermanos a quienes hemos herido, a quienes hemos dañado de muchas maneras. Advertimos muchos y diversos encuentros:
4 - El encuentro de María con Isabel, el encuentro de Saqueo con sus pobres o sus deudores, aquellos a quienes había robado, el encuentro del Apóstol con aquellos a quienes trasmite la Palabra. El encuentro nuestro con aquellos que el Señor, pone a nuestro lado para que le comuniquemos la vida. Comunicar la vida supone, no solamente anunciarla, proclamarla, como lo hago yo ahora hablando con ustedes, sino entregarla a cada momento como el Señor lo quiera.
Sólo la leña que se deja quemar en el fuego puede cumplir su misión de iluminar, alumbrar y dar calor. La leña que quiere estar ordenadita en la pira, no sirve, no cumple su misión; la leña que se deja quemar, esa cumple el objetivo que tiene propuesto; el Apóstol, necesariamente debe pasar para sí y para los demás por la etapa de inmolación y de purificación que se produce dejándose quemar en el fuego del Amor de Dios, que invita a integrarse en la Pasión de Cristo.
Esa Pasión es purificadora e iluminadora; esto se da de muchas maneras..., todos tenemos experiencia…; humanamente es muy duro sufrir, pero vivido el dolor en Cristo con el sentido que nos da la Cruz a la larga ilumina porque el dolor ofrecido nos purifica y nos convierte como decíamos en un instrumento útil para la salvación, fecundo par la gracia que encierra; capaz de dar el calor del Amor de Dios, expresándolo a los demás. María hizo esto. María vivió consumiéndose en el fuego del Amor de Dios, y por eso lo que Ella más nos comunica es el Amor, la Misericordia de Dios en su Amor de Madre.
Es un Amor iluminador, un Amor que da calor, un Amor que da vida; por eso decíamos al principio que María es el modelo perfecto del que esta buscando la Conversión. En Ella se encuentra todo lo que aun nos falta a nosotros. El que se va convirtiendo encuentra en María la plenitud de gracia que Jesús le ha dado para convertirla en su "casa", y que Jesús nos quiere dar a nosotros para que pueda venir a nuestra "casa" como fue a la de Saqueo, que se dejó purificar por Jesús.
Creo entonces que estamos llamados a vivir profundamente una experiencia de Reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con los demás, tenemos que tener presente esta actitud, esta búsqueda del camino de la Conversión que lleva consigo una exigencia de actitud penitencial.
5 - Sabemos que si hay algo característico del Santuario de la Virgen, y de todos los lugares donde se esta proyectando Su Misión, es justamente este llamado a la Conversión. La Consagración de la vida que la Virgen nos pide para ser misioneros y para enviarnos luego a proclamar la Palabra del Hijo supone mucha Oración y Mucha Conversión.
Sin estos dos elementos la Consagración queda debilitada; no puede llegar a vivirse en ese nivel de plenitud que Dios quiere. El Santuario es un ámbito de Conversión continua. Constantemente la gente viene a buscar, no sabe a veces qué, y se encuentra con el Señor, con la Virgen, con la Gracia, con los Sacramentos y con aquello que buscaba para ser feliz y que desconocía.
Nunca nos asustemos porque la Conversión nos parezca lejana o sintamos que habiendo recorrido tanto, todavía nos falta mucho. No midamos lo hecho ni lo que falta hacer, porque eso tiende a desalentar el corazón. Mirémoslo al Señor que desde este momento en que estamos hoy nos toma de la mano y nos lleva hacia El y El es capaz de hacer en pocos minutos lo que no fuimos capaces de hacer en toda la vida.
Esto que digo es muy importante, me parece, porque nos debe llenar de confianza; el Señor, el Corazón de Jesús, es capaz de concretar en nosotros la santidad, que es una gracia; no es algo que yo voy a adquirir por mi propio esfuerzo, es una gracia que supone el esfuerzo pero es una gracia siempre.
Así que pidamos mucho esta gracia y hagamos este camino de conversión que ciertamente está en nuestras manos poder realizarlo; la gracia eficaz que Dios nos da para poder caminar, no nos ha de faltar. No hay duda que este acontecimiento Mariano va creando en los laicos llamados a trabajar por la Virgen, una conciencia de misión a nivel laical. Me da la impresión de que eso cada vez más se va manifestando. En el Santuario se advierte cuanta gente se va integrando en una actividad misionera en todo el país.
Me parece que la comunidad de fieles que va surgiendo en San Nicolás y desde San Nicolás, claramente tiene que sentir esta vocación; el llamado a la Santidad por la Consagración a la Virgen y el llamado a la Misión, siendo testigos; dando testimonio de un tiempo de esperanza, de un tiempo nuevo, de un tiempo de gloria. La Eucaristía, supone comunión, exige comunión y que seamos instrumentos de comunión.
San Agustín insiste mucho en recreamos en Dios con el corazón convertido y aspirando a la santidad. Dios habita en el corazón y lo hace nuevo de acuerdo a la disposición del corazón.
Hija: Es Cristo el que Ama, es Cristo el que pide, es Cristo el que espera, para obrar en los corazones, para bien de ellos. Bendito sea el Señor; por querer la conversión de Su Pueblo. Bendito sea el Señor; por Su Generosidad. Bendito sea el Señor; por dar al hombre a Su Madre, como medianera de Su Gracia. Amén, amén. 27-9-87 - Mensaje 1267

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